Cuanto te ha pagado la Mano Izquierda por esas tiradas?

-   A ver... cuéntamelo de nuevo, para que me quede claro ¿Qué ocurrió exactamente?
-   … Como ya he informado, estábamos en una misión de rutinaria de reconocimiento con nuestro señor Imlith revisando los terrenos junto a Foranoth de Minas Tirith, cuando creímos ver a unos niños en mitad del camino
-   ¿Niños?
-   Sin duda tenían el tamaño de tales, pero se trataba de medianos. Decían portar nuevas para Lord Pepin de Gondor. Al no ir armados, decidimos escoltarles un tramo, alejándoles de nuestras tierras. Y eso fue nuestra perdición
Los habían estado siguiendo y pronto nos encontramos con una partida de guerra de Uruks
-   ¿Uruks? ¿Tan lejos de Isengard?
-   Así es. Parecían conocer la existencia de los medianos y tenían especial interés en ellos.
-   Por lo que obviamente tomasteis una ruta alternativa, ¿verdad?
-   Esas fueron nuestras intenciones, revisamos los alrededores y preparamos una ruta entre los árboles. Pero esos malditos pies peludos no se desviaron ni un ápice del camino. Esquivaban nuestros caballos cuando les intentamos bloquear el paso y siguieron avanzando directamente hacia aquellos monstruos como si estuvieran obligados a ello.
No nos quedó otra alternativa que cargar contra las filas enemigas antes de que ellos nos alcanzasen.
-   Ah la gloriosa carga de la mejor caballería de la Tierra Media. Que bella es
-   Bella fue, pero efectiva… no tanto. Nuestras lanzas fueron incapaces de penetrar las armaduras rivales a pesar de derribarles al alcanzarles. Pronto se revolvieron, y superándonos en número, acabaron con nuestros caballos y alguno de nuestros mejores caballeros.
Nuestro señor Imlith fue atacado por el cabecilla rival y fue herido de gravedad, pero gracias a su tremendo poder consiguió aguantar y pudimos retirarle a la seguridad. La herida que le ha quedado es bastante fea, espero que no le queden secuelas
-   ¿Y qué hacía mientras tanto nuestro visitante Foranoth?
-   Durante toda nuestra carga, él y su escolta siguieron intentando apartar a los medianos del camino, sin éxito alguno. Hasta que finalmente tuvieron que combatir, donde demostraron una gran valía, lo que nos permitió no perder a tantos hombres.
Uno de sus Guardias frenó el solo a 4 de esas bestias, intentando proteger a los medianos, a quienes los Uruks estaban cargando como fardos después de dejar inconscientes.
-   ¿Y como consiguieron volver después de tremenda carnicería?
-   Fue gracias a nuestros caballos, pero no a ir montados en ellos
-   ¿Qué queréis decir?
-   Que, tras conseguir secuestrar a los medianos, esas alimañas se centraron en despiezar a los caballos caídos, rasgándoles la carne cuando aún estaban vivos.
Parecía que la rabia que habían presentado en batalla era debida al hambre que tenían, lo cual fue una salvación para nosotros.
-   De acuerdo soldado. Puede ir a descansar y cuando esté recuperado continúe con los entrenamientos de espada. Va a pasar un tiempo hasta que volvamos a disponer de caballos preparados para la batalla…

"Fragmento de “Inicios de una liberación”
Escrito por el Mariscal de Anfalas. año 27 Después de Larry.

La luz de la hoguera se veía sobre la colina desde varias leguas de distancia. Brillaba con el tesón y el descaro de aquel que n o teme a los ataques
nocturnos.
El maltrecho caballo del Vizconde arrastraba los montado por el exhausto anciano, y junto a él caminaban con aire abatido Mariscal y su
portaestandarte, cuyo pendón estaba lleno de sangre y barro, pero aun hondeando.
Sobre la colina, esperaba el campamento de Larry y los suyos. Quienes aún eran ajenos a la derrota que el movimiento por la liberación de Gondor
había sufrido.
Nadie necesitó hacer preguntas cuando vio entrar a la fúnebre comitiva con las armas rotas y los cuerpos de sus compañeros a rastras. Nadie salvo
Larry, claro está, ya que, debido a años de endogamia familiar, para preservar la sangre de numenor, habían hecho del rey alguien poco suspicaz.
- ¿”En´que sos” a “pasao”? -preguntó el todopoderoso Larry.
- Mi señor, rey. Fuimos al pueblo que nos ordenó, a explicar la buena nueva de su llegada, cuando fuimos sorprendidos por una hueste de
terribles Ururk-Hai, a los que acompañaban algunos jinetes de guargo (explicó el Vizconde).
Larry, abrió mucho los ojos con incredulidad y el Vizconde continuó.
- Al principio, creíamos que iba a ser un camino de rosas, formamos en tortuga alrededor de la plaza central, creando con nuestros escudos una
muralla de acero infranqueable, pero entonces, cuando menos lo esperábamos, aquel Ministro de Guargos y uno de sus más avezados e
intrépidos seguidores, atravesaron nuestras líneas, flanqueándonos y pillándonos con la guardia baja.
EL Vizconde se estremeció solo de recordar aquella carnicería.
- Fue entonces cuando en acto heroico y sin temer por nuestras vidas, tanto el Mariscal, como un servidor, decidimos atajar aquello cuanto
antes, y cargamos contra los lideres de tan terribles bestias. El Mariscal (señalo a su maltrecho compañero), trató en vano de frenar a la
falange de Uruks que avanzaba desde el Este, batiéndose contra su capitán en duelo singular durante largas horas, hasta los últimos
compases del combate, finalmente hicieron falta mas de tres de aquellas bestias para reducirle. Yo por mi parte, cubrí el oeste (añadió el
Vizconde golpeándose el pecho con orgullo) y zanjé la deuda de honor que contraje hace años al dar muerto al fiero Reistag y su guargo de
una sola lanzada. Pero mi acto, fue inútil (la voz del Vizconde se quebró), aquellas criatras enfermas y retorcidas combatían como si su amo
les azotase. Su ferocidad era tal, que sucumbimos a su envite y lo único que podíamos hacer en los momentos finales era luchar por nuestras
vidas. Le hemos fallado, señor (dramáticamente el Vizconde se desmontó y arrodilló ante su rey), a usted y al Larrysmo que liberará estas
tierras del Perro de los elfos.
Larry clavó aquellos ojos negros y profundos en los ancianos y cansados ojos del Vizconde, se mesó la barba pensativo y pronunció su afamada
frase;.
- “Mae” mía ¿“en´que”me“ta” contando el “hombrecico plateao”?.
El portaestandarte, un hombre de la soldadesca y de la casta mas baja, y por ello, mas acostumbrado a tratar con su majestad Larry se aclaró la
voz.
- ¿Me permite, seño Vizconde?
- Por favor (contestó este)
- Nos han “jodio verga”, Larry. Los Uruks nos han “jodio verga”.
- Me cago en “toa” la mano blanca.
Furioso se colocó bien la corona sobre la cabeza y desenfundando su espada añadió.
- “En ya” lo decía mi “mai”. Larry, si “quere” algo bien hecho, “ha´lo” tú.
Después, glorioso, magnifico y heroico, se giró hacia sus hombres.
- ¡“Enga” panda de Zarrapastrosos! ¡A por los Uruks!
Y sin ningún rumbo en concreto, y mientras daba mandobles a las ramas, se internó en el bosque en una gesta y cruzada a la que sus hombres
siguieron confusos, pero animados por la férrea voluntad de Larry, su rey.
Estudio sobre el Larrysmo y sus consecuencias durante la Tuli edad

¡Vuelve a haber carne en el menú!
Cansados de siempre tener que comer lo mismo, Eskerrik ‘Asko y Etortzea Gatik – antiguos jefes de cocinas antes de la caída de Isengard – sabían de la delicatesen que era la carne de mediano.
Por suerte para ellos, una pequeña patrulla de exploradores hobbits rondaba cerca, sin ser conscientes de cuál era el futuro que les aguardaba.
Los capitanes Uruk-hai lideraron una pequeña partida de caza que interceptaría a los medianos en mitad de su camino. Se notaba que los hobbits eran una sociedad civilizada, puesto que marchaban a paso brioso por un camino, en vez de esconderse entre la vegetación o ruinas. Los uruks no esperaban que la patrulla hobbit tuviera compañeros de camino, pero se ve que un
grupo de caballeros de Dol Amroth habían tomado la decisión de escoltar a los medianos en su camino.
La patrulla uruk avanzó por el camino hasta situar a la formación de picas liderada por Eskerrik‘Asko junto a un muro que cubría su flanco derecho. Por su parte, Etortzea Gatik mantuvo su posición con los ballesteros por el flanco izquierdo preparándose para la carga de caballería humana.
Los ballesteros intentaron frenar la carga de caballería de Dol Amroth antes de que sucediera, pero sólo consiguieron quitar el yelmo a uno de los caballeros y, varios disparos después, descabalgarlo matando a su montura.
Envalentonados y con la prepotencia característica de los humanos, los caballeros de Dol Amroth hicieron una carga frontal contra la formación de picas Uruk. Su capitán debía de estar acostumbrado a cargar contra indisciplinados orcos de Mordor, no contra las férreas líneas Uruk. Ese error le costó la vida de sus hombres.
Las picas se mantuvieron firmes y los caballeros comenzaron a caer empalados y macheteados. Monturas y jinetes convertidos en filetes que pronto llenarían los estómagos Uruk-hai. Los ballesteros decidieron que serían de más utilidad en el cuerpo a cuerpo y se lanzaron al combate contra los caballeros. Mientras los hombres caían bajo el acero de Isengard, un par de
uruks salieron de la formación para capturar a los medianos que, ajenos a la carnicería, seguían con su patrulla.
Los brillantes y engalanados caballeros de Dol Amroth había caído bajo la bota uruk. Entonces, un capitán de Minas Tirith, junto a dos guardias, cargaron de forma desesperada contra los victoriosos Uruk-hai. El capitán se esforzó, pero eso no era suficiente. Rodeado y superado en número, no supo ni de dónde le venían los golpes.
Los humanos habían tomado una muy mala decisión al querer escoltar a esos hobbits. Una decisión que les había costado la vida y que, aun así, no impidió que todos los medianos fueran capturados por los uruks.
Eskerrik ‘Asko y Etortzea Gatik habían comenzado la partida de caza con la idea de conseguir algo de carne hobbit, pero habían conseguido tanta carne humana y de caballo extra como para montar un festín en el campamento.
 Efectivamente, volvía a haber carne en el menú.