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Despliegues en la Antigüedad

Iniciado por Sir Nigel, 26 sep 2012, 12:11

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Sir Nigel

Muchas gracias! Y sí, tiene comentarista de nivel.

strategos

Cita de: Sir Nigel en 02 oct 2012, 23:56
Gracias por poner las fuentes, Strategos, la verdad es que viene muy bien. Y, por cierto, si alguien sabe de alguna página donde poder leer o descargar La Guerra de las Galias en español, le agradecería la información. He conseguido una versión, pero necesita una traducción para la traducción...

El de Blooze era un de los enlaces que tenía yo. Aquí tienes un par más
http://www.imperivm.org/cont/textos/txt/julio-cesar_guerra-de-las-galias_li.html

Y en edición bilingüe, que viene muy bien para comprobar cómo se han traducido términos que conocemos y a los que los traductores profesionales de corte literario no prestan tanta atención
https://latinategua.wikispaces.com/C%C3%A9sar+-+Bellum+Gallicum+I

Aprovecho y pongo la última cita famoso del gran corso  ;D


Sir Nigel

Cita de: strategos en 03 oct 2012, 01:40

Y en edición bilingüe, que viene muy bien para comprobar cómo se han traducido términos que conocemos y a los que los traductores profesionales de corte literario no prestan tanta atención
https://latinategua.wikispaces.com/C%C3%A9sar+-+Bellum+Gallicum+I

Sí que viene bien, sí. Acabo de ver "centurión primipilo" traducido como "alférez".

Napoleón siempre fue muy bueno soltando frases, y además era un visionario. ;D

Sir Nigel

Tradición y cambios

Intentaré mostrar aquí los cambios en los despliegues y tácticas romanos durante el período de la Segunda Guerra Púnica. Lo que me gustaría es mostrar cómo lo que en la actualidad se puede percibir como inmovilismo, como si siempre se luchara igual y los cambios tácticos fueran simples variantes de lo mismo, en realidad era una evolución constante. Tal y como se percibió entonces se estaban produciendo muchos cambios, y muy rápido. Esto no es un caso aislado, la guerra en la Antigüedad evolución permanentemente, pero sirve como muestra.

Los cambios en la táctica cartaginesa no tuvieron demasiado efecto en la Primera Guerra Púnica, debido sobre todo a que apenas se produjeron grandes batallas terrestres. El mar y los asedios decidieron la guerra. Pero inmediatamente después los cartagineses se vieron envueltos en otro conflicto, éste a las mismas puertas de casa, la Guerra de los Mercenarios, que enfrentó a Cartago con los mercenarios que habían luchado por ella en la guerra contra Roma, así como a rebeldes libios. En esta guerra y posteriormente en Hispania, Amílcar Barca destacó como un general especialmente hábil. Su ejército, casi privado, siguió ganando experiencia en campañas contra los pueblos de Hispania, incluso tras la muerte del propio Amílcar. Cuando estalla la Segunda Guerra Púnica, Aníbal está al mando de un ejército de tradición helenística curtido durante años, perfectamente integrado y cohesionado, y capaz de realizar tácticas muy complejas. Hay que destacar que esto era algo excepcional, posiblemente no se había visto un ejército de este tipo en Occidente desde Pirro, y nunca antes uno autóctono. Los cartagineses estaban llevando la guerra un paso más allá, y los romanos, aunque no lo sabían, se habían quedado atrás.

Aníbal destrozó un ejército romano tras otro. La más conocida de sus victorias fue Cannas, donde los romanos siguieron usando su despliegue tradicional. Aquí vemos el mapa del despliegue, como los romanos usando las tres líneas tradicionales. Las legiones romanas estaban en el medio y los aliados en las alas, como siempre. También como siempre, la caballería era muy escasa.



Con la acumulación de derrotas algunos romanos empezaron a cuestionarse su sistema. En el aspecto estratégico hay que nombrar a Fabio Máximo, que usó una estrategia de desgaste evitando cualquier enfrentamiento directo. Esta estrategia provocó muchísimas críticas en Roma, y de hecho fue algo excepcional. Aunque eficaz no creó escuela, por decirlo brevemente.

Pero mientras esto ocurría en Italia, después de Cannas se envió a Escipión a Hispania. Su estrategia global fue mucho más en la línea tradicional romana, manteniendo la ofensiva y buscando el enfrentamiento directo, y eso naturalmente hizo a Escipión mucho más popular que Fabio Máximo. Pero en otros aspectos los cambios iban a ser muy importantes, y mucho más duraderos.

Para empezar, la distancia de Hispania con Italia hizo que las tropas estacionadas allí fuesen ganando experiencia común, formándose poco a poco un ejército integrado en torno al mando permanente de un solo individuo. Por otro lado, Escipión comenzó a tomar ideas del enemigo e incluso a desarrollar las suyas propias, alejándose de la tradición romana. Ese ejército veterano le permitió ponerlas en práctica.

Aquí está el mapa de la Batalla de Ilipa, que se produjo cinco años después de llegar a Hispania.



El primer cambio que vemos es que los aliados están en el centro y las legiones en las alas. Es un cambio muy destacable porque la función de las legiones hasta ese momento era la ruptura por el centro. Pero la cosa iba más allá, porque los aliados quedaron atrás en el avance. Como había hecho Epaminondas, Escipión estaba negando el combate en parte de la línea, en este caso el centro. Las legiones, en cambio, avanzaron a toda velocidad por las alas y atacaron a la parte más débil de la línea cartaginesa: los flancos donde estaban los aliados íberos de los cartagineses. El centro cartaginés no pudo prestar apoyo porque, si se movía a un lado o a otro, los íberos del centro romano se les echarían encima. Esta batalla decidiría la guerra en Hispania a favor de Roma.

Los cambios seguirían produciéndose. Cuatro años después Escipión se enfrentaría al propio Aníbal en Zama, en territorio africano. En los meses anteriores a la invasión, una de sus mayores preocupaciones fue conseguir el apoyo númida para su causa. Conseguirlo le permitió tener superioridad en caballería, negando así la gran ventaja cartaginesa. El despliegue romano buscaba lo mismo que había hecho tantas veces Aníbal, y que había comenzado Jantipo: ganar en los flancos con una superioridad aplastante en caballería y rodear al contrario. El despliegue de la infantería romana es el tradicional, pero no hay que llevarse a engaño. Durante la batalla la infantería romana realizó maniobras que hubieran sido impensables antes de la guerra (se abrieron huecos en la línea para dejar pasar a los elefantes y se frenó una persecución en seco para reorganizar las filas).

Esta batalla es muy interesante, porque Aníbal hizo lo que nunca había hecho antes un ejército cartaginés, el despliegue en tres líneas. El mismo tipo de despliegue que hacían los romanos desde hacía más de un siglo. El objetivo de Aníbal era que el combate y persecución de su caballería se alargase todo lo posible y ganar en un combate de desgaste de la infantería, y para eso eligió el método romano. Como resultado, después de una guerra de 17 años el despliegue de ambos bandos parecía una imagen reflejada en un espejo.


Estos cambios en el ejército romano abrieron el camino a otros, pero no fue algo milagroso. En los años posteriores se pueden encontrar muchos caso de ejércitos romanos torpes e incluso (y esto sí era algo nuevo) desmotivados. Pero poco a poco el papel de la táctica fue cobrando importancia, así como el uso de tropas aliadas para obtener ventajas adicionales.

Sir Nigel

La cólera de Pidna

Decía un historiador que las fuentes originales griegas, al narrar las batallas, se centran en los movimientos de las tropas, pero que las romanas hablan mucho más de los estados de ánimo de los combatientes. No sé si será cierto porque tampoco he leído tantas fuentes originales (y cuando las leí no me fijé en esas cosas), pero explica bastante bien dos filosofías diferentes. (En cuanto a los wargames, siguen sin duda la forma de ver las cosas de los griegos.)

Pidna, junto con Zama, me parece una de las batallas más interesantes del período. Ya que he explicado antes los cambios en el ejército romano en la Segunda Guerra Púnica, aprovecharé ahora para mostrar el resultado que tuvo todo eso treinta años después, durante la Tercera Guerra Macedónica. E intentaré explicar un poco también la importancia de la psicología relacionándolo con la disposición de las tropas.



En muchos aspectos, el ejército romano era todavía el tradicional. Seguía estando integrado por ciudadanos que servían en él durante campañas puntuales (aunque podían reengancharse al acabar, y cada vez lo hacían más). Se mantenía la famosa triple línea de infantería pesada, así como los velites. Su organización y cuadro de mandos eran los mismos. Pero, sobre todo, seguía siendo un ejército tremendamente agresivo.

La agresividad romana iba más allá del campo de batalla. A nivel estratégico siempre se buscaba el combate en territorio enemigo. Un escalón más abajo, los generales buscaban activamente el combate y el desenlace rápido. A nivel táctico, en la propia batalla, también atacaban siempre que fuese posible, y a veces también cuando no lo era. En esta campaña Emilio Paulo, el comandante,  tuvo que soportar críticas desde Roma y por parte de sus soldados y oficiales por ser demasiado cauto. En más de una ocasión incluso tuvo que engañar a sus tropas para que le obedecieran. Los romanos eran bastante impacientes con cualquier asomo de duda. Y estamos hablando de una campaña que, desde que salió Paulo de Roma para hacerse cargo, duró tres semanas (dos desde que llegó a Grecia) y se obtuvo una victoria aplastante. Por lo que parece a los romanos esto les parecía demasiado lento.

Por entonces los soldados de las legiones manipulares ya eran de sobra conocidos por su agresividad y tenacidad. Ya vimos cómo en el Bagradas la línea de hastati pasó a través de cien elefantes para alcanzar a una falange perfectamente ordenada que les estaba esperando. Veinte años antes de Pidna, durante una batalla de la Guerra Gálata, los velites (es decir, los hostigadores) decidieron no retroceder ante una carga de galos, y por si fuera poco ganaron. Durante la guerra con Cartago se dieron casos bastante curiosos, como un ejército surgido de la nada que organizó un antiguo centurión, Marco Centenio Pénula, que afirmó que sabía cómo vencer a Aníbal. Hasta 8.000 voluntarios (además de las propias tropas asignadas) se le unieron de camino al desastre en el Silaro. Esto ocurría después de que Aníbal ya hubiera destruido varios ejércitos romanos, incluidos los de la propia Cannas.

La formación romana fomentaba esta agresividad en el propio campo de batalla. Las tres líneas servían para dar seguridad a los ataques de cada una de ellas, por eso un hastati estaba mucho menos preocupado de perder en el choque inicial de lo que podía estarlo un soldado de otro ejército.  Por tanto no es posible medir la utilidad de la formación manipular clásica únicamente observando un mapa de la batalla. Las formaciones tenían un efecto psicológico, y en este caso seguramente más decisivo que en muchos otros.

Todo esto seguía siendo igual, entonces ¿qué había cambiado? En Pidna el ejército romano tenía unos 30.000 hombres, de los cuales unos 15.000 eran legionarios romanos y latinos. El resto eran aliados griegos. La caballería sumaba 4.000 jinetes, que era una proporción bastante alta si lo comparamos con Cannas, por ejemplo. Además disponían de 22 elefantes. Se contrataron mercenarios (algo que para los romanos de cincuenta años antes hubiera sido anatema), aunque parece que a los romanos aún les costaba entender el concepto de mercenariado, porque presentaron una queja formal y bastante airada ante los cretenses cuando se enteraron de que en el ejército macedonio también había mercenarios de esta isla. En el ejército había peltastas, tropas ligeras, arqueros, caballería pesada y ligera, y se usaron de forma bastante parecida a como lo hubiera hecho un ejército helenístico. La legión estaba ahora incluida en un entramado mucho más grande.

kront

No había dado todavía con este hilo, pero me parece magnífico!!!!!!!!

Muchas gracias

Sir Nigel

Cuando Roma se había enfrentado a Pirro un siglo antes la legión era prácticamente igual a la de Pidna, pero la capacidad del ejército romano y la flexibilidad táctica eran muy diferentes. Contra Pirro habían resistido a base de tenacidad y de asumir derrotas y bajas hasta que el enemigo decidió que ya era suficiente. En esta ocasión el ejército romano era incluso inferior en número, unos 30.000, contra 40.000 macedonios.

En Pidna se iban a enfrentar dos conceptos muy diferentes de la guerra en prácticamente todos los niveles. Para mostrarlo intentaré explicar qué era y qué no era Roma por aquel entonces. La legión manipular era una milicia, pero no había un sistema de reclutamiento obligatorio, y los alistamientos duraban una campaña (que originalmente duraría un año, pero que podían ser dos, tres o raramente más; en casos extremos como las legiones de Cannas, décadas – aunque esto fue un caso excepcional en castigo por perder esa batalla). Y no solo eso, sino que además el Estado romano no tenía capacidad para obligar a nadie a alistarse. No había tropas regulares que pudiese usar el Estado para forzar a la población, ni cuerpo de policía o equivalente, así que ni había ni podía haber castigos por quedarse en casa. La asamblea popular tenía capacidad para aceptar o rechazar la guerra (en la práctica, lo que hacían invariablemente era aceptarla). Y era esa asamblea la que elegía a los cónsules, es decir, a los líderes militares que iban a llevar a la guerra ese año (y había guerra todos los años) a esos que los estaban eligiendo.

Los voluntarios nunca faltaron. Durante la Segunda Guerra Púnica llegaron a tener movilizados 300.000 hombres en diversos frentes de un total de reservas movilizables de 600.000. En los cuarenta años posteriores a la guerra (dentro del período en el que se produjo esta batalla), y con Roma trabada en diferentes conflictos mucho menos peligrosos, la media anual de hombres en armas era de 100.000. Una sociedad muy militarizada (o quizá habría que llamarla cultura guerrera) que no es fácil comparar con ninguna otra del entorno. Esto, sin embargo, ya estaba acabando. Según Polibio, en el año 151 a.C., 17 años después de Pidna, por primera vez hubo resistencia al alistamiento. A partir de ese momento las cosas irían cambiando paulatinamente hasta llegar al ejército profesional de Mario.

Estos soldados eran los que se enfrentarían al ejército macedonio. Éste era un ejército profesional de tropas muy especializadas y con una tradición militar que había estado muy por delante de los ejércitos del Mediterráneo Occidental. Pero en este momento las cosas ya no eran como en los tiempos de Alejandro. Con el paso del tiempo el papel de la caballería se había ido reduciendo por diferentes motivos. En Pidna, la caballería pesada macedonia que había sido clave en las campañas contra Persia ni siquiera llegó a combatir (los soldados macedonios acusarían a Perseo, el rey, de cobardía por esto). El combate se decidiría en un choque frontal entre la falange y la legión.

Paulo había intentado evitar el choque en ese lugar, llano y favorable a la falange. Nada más llegar después de una larga marcha los soldados le exigieron un ataque inmediato. Paulo los dispuso en orden de batalla y les lanzó unas cuantas arengas enardecedoras, pero fue dejando pasar el tiempo con las tropas esperando bajo un calor abrasador, hasta que fue evidente que no iba a poder darse la batalla ese día. Los oficiales se exasperaron: el enemigo estaba allí delante ¿qué estaban esperando? Al día siguiente, de madrugada, Paulo comenzó a hacer sacrificios. Los augurios eran siempre desfavorables, y las víctimas se iban acumulando unas encima de otras. Tras unas cuantas horas, por fin, los augurios fueron mejores, pero solo si se mantenían a la defensiva, dijo el comandante. Al final del día se produjeron más discusiones durante el consejo de guerra, y Paulo no pudo convencer a los oficiales.

No está demasiado claro cómo empezó la batalla. Según algunos Paulo la provocó haciendo que unos romanos persiguieran un caballo fugitivo. Según otras fuentes todo comenzó con una pelea entre aguadores en un río cercano. En cualquier caso, ambos ejércitos salieron de sus campamentos y se dispusieron en orden de batalla. La lucha se iba a producir en el llano.

Sir Nigel

Las legiones y la falange se encontraron en medio del campo de batalla. Plutarco relata lo que sintió Emilio Paulo al acercarse al combate:

Cita de: Plutarco
Trabada la pelea, se presentó Emilio, y llegó a tiempo en que ya los primeros Macedonios, enristradas las lanzas, herían en los escudos de los Romanos, que no podían ofenderlos en lo vivo con sus espadas. Mas cuando después, desprendiendo del hombro los demás Macedonios las adargas, y recibiendo también a una sola señal con las lanzas en ristre a los legionarios Romanos, vio la fortaleza de la formación y la presteza del ataque, no dejó de sorprenderse y concebir temor, por no haber visto nunca un espectáculo tan terrible; así es que hacía mención frecuente de aquella sensación y de aquel espectáculo.

Los legionarios no podían alcanzar a los falangitas y fueron rechazados poco a poco. Además de la longitud de las sarissas la densidad de la falange era mayor, así que cada legionario de la fila frontal podía estar enfrentándose a 8 ó 10 picas. Sin embargo, la resistencia no era homogénea y se producían rachas de ataques y retrocesos. En un punto de la línea un tal Salio, oficial de los Pelignos (aliados italianos), desesperado por abrirse camino, arrojó el estandarte de su unidad dentro de una unidad enemiga.

Cita de: Plutarcopor lo que, corriendo los Pelignos hacia aquel sitio, pues no es lícito ni aprobado entre los Italianos el abandonar la insignia, se vieron hechos y sucesos terribles en aquel encuentro de una y otra parte. Porque los unos procuraban con sus espadas apartar las lanzas, defenderse de ellas con los escudos o retirarlas cogiéndolas con la mano, y los otros asegurando el golpe con entrambas y apartando con las mismas armas a los que los acometían, como no bastasen ni el escudo ni la coraza para contener la violencia de la lanza, derribaban de cabeza los cuerpos de los Pelignos y Marrucinos, que, desatentados, corrían encolerizados como fieras a los golpes contrarios y a una muerte cierta.

Los pelignos no consiguieron recuperar su insignia.

En otro lugar se produjo un combate encarnizado por un motivo más personal. Marco, el hijo de Catón el Viejo, perdió la espada que le había dado su padre en medio de la refriega. Tomando como una afrenta perder su arma estando aún vivo, comenzó a recorrer la línea romana llamando a sus amigos y a clientes de su familia para que le ayudaran. Éstos formaron un grupo y atacaron a una sección de la falange con la violencia suficiente como para hacerla retroceder. Se pusieron a buscar en medio de armas y cadáveres la espada, hasta que por fin la encontraron y cantando victoria se lanzaron de nuevo sobre los macedonios.

Poco a poco, sin embargo, la falange iba imponiéndose. Los romanos retrocedieron tanto que comenzaron a subir el terreno elevado que estaba a sus espaldas. Parece ser que llegado este punto Emilio Paulo se desgarró las vestiduras de pura desesperación, ya que lo veía todo perdido. 

Pero fue en este momento cuando la cosa comenzó a cambiar.

Cita de: PlutarcoMas como advirtiese, por ser luego el terreno desigual y no poder la fila mantener firme la reunión de los escudos, que la falange de los Macedonios empezaba a tener muchas interrupciones y muchos claros, como es preciso que suceda en los ejércitos grandes y en los encuentros diferentes de los que pelean, deteniéndose en unas partes y adelantándose en otras, recorrió repentinamente y dividió sus escuadrones, dándoles orden de que metiéndose por los claros y vacíos de los enemigos, y trabándose con ellos, no lidiaran una sola batalla contra todos, sino muchas e interpoladas por partes.

Según otras fuentes fueron los centuriones y soldados los que por propia iniciativa comenzaron a colarse en medio de las secciones de la falange. En cualquier caso, es interesante el apunte que hace Plutarco sobre que los huecos se formaban antes o después en las batallas de gran tamaño - y aquí además una batalla muy corta, de poco más de una hora. En este caso fue debido al terreno y a la resistencia desigual de los manípulos. Hay que tener en cuenta también que la falange avanzó sin control. Según algunos historiadores modernos adentrarse en terreno abrupto tuvo que ser debido a que se trataba de tropas de poca experiencia o a un mal control de la batalla por parte del comandante (o del mando a cargo de la falange). No deja de ser cierto que Perseo no demostró ser un comandante especialmente capaz en ningún momento de la campaña.

A medida que las secciones de la falange se iban separando los grupos de romanos pasaban entre ellos y comenzaban a atacarlos por los flancos y la retaguardia. Las líneas posteriores de la legión continuaron presionando por el frente. La batalla se convirtió así en un montón de luchas separadas, con grupos de falangitas incapaces de moverse o darse apoyo mutuo y completamente rodeados de romanos. También llegó ayuda desde la derecha, donde el ejército había conseguido ventaja (allí tenían los romanos aliados griegos enfrentados a otros aliados griegos de los macedonios), desde donde llegaron los elefantes para apoyar en el combate.

La batalla se fue convirtiendo poco a poco en una matanza. Los macedonios rodeados fueron todos muertos (incluidos los 3.000 hipaspistes, que lucharon hasta el último) y los que intentaron huir fueron perseguidos durante 20 km. Plutarco da unas cifras de 25.000 muertos.

Sir Nigel

Elefantes

Los elefantes comenzaron a utilizarse en la guerra del Mediterráneo después de la expedición de Alejandro a la India. Su uso comenzó a extenderse por toda la región al iniciarse las guerras entre los Diádocos, los sucesores de Alejandro. Al comienzo los elefantes provenían de la India, pero pronto se comenzaron a usar especies diferentes ante la creciente dificultad para acceder a esta fuente de suministro. Incluso así el número de elefantes en los ejércitos fue decreciendo cada vez más con el tiempo. Como resultado de la influencia de los reinos helenísticos se empezaron a ver también en los ejércitos de Cartago (y después de su destrucción, Numidia) y, durante un período de unos 50 años (entre la Segunda Guerra Púnica y la destrucción de Numancia) en los romanos.

No tengo ni la menor idea cómo se usaban los elefantes en la India. Como único ejemplo pondré la batalla de Hidaspes, del rey indio Poro contra Alejandro. En esta batalla estaban situados delante de la línea de infantería india y su función era la de aterrar y desordenar la infantería enemiga.



Éste fue el despliegue más común también en el Mediterráneo. Ya he puesto alguna batalla donde se usaron de esta forma, como la del Bagradas. Normalmente estaban bastante espaciados unos de otros cubriendo buena parte de la línea de batalla, aunque los cálculos son totalmente especulativos. Se cree que espaciados 20-50 metros unos de otros podían ser una barrera efectiva contra caballería. Fueron eficaces en muchas batallas, pero muy especialmente contra tropas poco acostumbradas a enfrentarlos: Pirro contra los romanos, Antíoco I contra los gálatas o Jantipo también contra los romanos. Su función era la misma que en el Hidaspes, desbaratar la línea enemiga para facilitar la tarea de la infantería propia.

Lo cierto es que mientras estuvieron disponibles todos los reinos de la época intentaron incorporarlos a sus filas, así que su eficacia debía de ser alta, aunque hubo casos en que acabaron siendo un problema para su propio ejército cuando eran desbandados y comenzaban a atacar cualquier cosa que estuviera cerca. En Zama, por ejemplo, ocurrió algo parecido, pero parece ser que se trataba de elefantes que estaban muy poco entrenados.

También era común situarlos en los flancos como pantalla para la caballería propia, normalmente divididos entre ambos flancos, ya que eran muy eficaces contra la caballería enemiga. Es curioso que no fueran más utilizados de esta forma y quizá hubiera algo referente a las tácticas con elefantes que actualmente no conocemos, porque esta táctica era menos habitual. Aníbal los dispuso así en Trebia.

En cuanto a los wargames, no conozco casos en que los elefantes se dispusieran en un bloque compacto, tal y como suelen representarse en las batallas de mesa.

Hay otros dos tipos de despliegue con elefantes de los que solo conozco un ejemplo. Uno es el de Ipso, que fue la batalla con mayor número de elefantes fuera de la India. En esta batalla Antígono disponía de 75 elefantes, que puso delante de su línea de infantería. Los aliados pusieron 100 también delante de su propia línea de infantería, y otros 300 en retaguardia.



Cuando la caballería de Demetrio (hijo de Antígono) atacó y desbarató a la caballería contraria en su flanco derecho, intentó girar y volver al campo de batalla para atacar a la falange por la retaguardia. Se encontró con una pantalla de 300 elefantes que le cortó el paso mientras el resto del ejército de su padre era derrotado.

El otro caso excepcional es el de Magnesia, que ya había comentado Strategos en otro hilo. Los seleúcidas pusieron a los elefantes incrustados entre bloques de falangitas, con un resultado más bien desastroso.

strategos

Sobre despliegues particulares de los elefantes, también tenemos el uso que les dio Pirro en Italia. (Hablo de memoria, así que puede que me equivoque.) Al parecer este general los colocó siempre en reserva y los enviaba al punto en que fueran más necesarios o fueran flaqueando sus aliados. También parece que así usó a los Agema. En lugar de usarse agresivamente en cargas se describen como plataformas de disparo. Tampoco era necesario hacerlos correr contra el enemigo, pues es de esperar que los italianos, que nunca habían visto uno, se retiraran al verlos.

Un uso parecido, como plataforma de disparo, fue el que le dieron los cartagineses en el asedio de ¿Akragas? (¿Agrigento?), cuando intentaron recuperar posiciones tras la victoria ante Régulo. Los elefantes fueron tan efectivos y asustaron tanto a los romanos que se tiraron mucho tiempo sin atreverse a salir a campo abierto a combatirlos.

Sir Nigel

Tienes razón, y creo que los romanos también los pusieron en reserva en Magnesia. Todo esto lo he ido recopilando de diferentes sitios porque no he encontrado mucho que trate concretamente sobre los elefantes de guerra en la Antigüedad. Hay un Osprey sobre elefantes que cubre hasta el siglo XIX, pero tampoco es que sea una maravilla.

Sir Nigel

(Por cierto, como estoy escribiendo post a mi aire, que nadie se corte si quiere comentar algo que haya quedado más atrás, el orden tampoco importa demasiado)

La batalla de los Puentes Largos

Al leer las narraciones y ver los mapas de las batallas uno tiene la impresión de estar siendo testigo de una especie de obra de teatro, con fases bien establecidas que se iban cumpliendo a la perfección. Esto es cierto en parte. El acercamiento, la construcción del campamento, la línea de batalla... todos esto es muy habitual. Era habitual porque era útil, y en algunos escenarios (como la guerra hoplítica) podía convertirse en un ritual que había que cumplir. Hasta que alguien dejaba de hacerlo, por supuesto.

Pero en la mayoría de las ocasiones lo útil y habitual no era algo de lo que un comandante pudiera fiarse totalmente, y las batallas deben encuadrarse dentro de un marco más general. Es decir, que puede que una batalla llegara a ser más o menos formal, pero para llegar a ese punto ambos bandos tuvieran que superar varios peligros que estaban siempre presentes en la mente de los comandantes. Emboscadas, problemas de suministros, que el contrario se hiciera con una posición inexpugnable, eventos inesperados que podían acabar con la moral del ejército... Hubo muchas batallas formales, pero también muchos casos en que el conflicto se resolvió de otra forma más heterodoxa. Y esto, en realidad, podía ser tan "normal" como una batalla con dos ejércitos luchando frontalmente.

Estas batallas fueron muchas y muy variadas. Aquí pondré el ejemplo de la batalla de los Puentes Largos. He sacado la mayor parte de la información de la batalla en sí de la página de Sátrapa1, pero intentaré encuadrar toda esta información con otros temas relacionados.

Ya que en este tema estoy poniendo más o menos lo que me da la gana, aquí un poco de música para amenizar un poco estos tochopost.


En el año 9 d.C. los romanos habían perdido 3 legiones y sus correspondientes auxiliares en una emboscada germana en los bosques de Teutoburgo. Fue una batalla que duró varios días y que consistió en combates esporádicos, asaltos sorpresa, defensas en lugares altos y desplazamientos por caminos estrechos en medio de la espesura. Los romanos fueron masacrados, sus oficiales metidos en muñecos de mimbre y quemados vivos y las águilas de las legiones capturadas por las tribus.

Las legiones cayeron en una emboscada, pero esto no era un enfrentamiento entre un ejército diseñado para la batalla y un pueblo de los bosques que luchaba en guerrilla. Los germanos luchaban en batallas abiertas, y de hecho César dice que luchaban en formación más cerrada que los galos. Sin embargo, fueron lo bastante inteligentes como para adaptarse y aprovechar el terreno ante un ejército mucho mejor equipado, cohesionado (el ejército germano era un confederación de tribus recién creada) y con más recursos tácticos.

En los años siguientes los romanos realizaron una buena cantidad de campañas en territorio germano. El objetivo no era la conquista, sino el castigo. Así que los ejércitos quemaban aldeas, robaban el ganado y mataban a la mayor cantidad de gente que podían, como hacían siempre, pero no pretendían establecer bases y se movían muy rápido. Al comenzar una de estas campañas los romanos cruzaban el Rin por sorpresa con un ejército muy numeroso y avanzaban rápidamente arrasando todo en su camino, para luego volver a la frontera por otro sitio. Los germanos tenían serios problemas para hacer frente a esto. Un ejército germano lo suficientemente grande debía reunir a varias tribus en medio del caos general de la región, que se pusieran de acuerdo y luego atacar (siempre y cuando de verdad hubiera ocasión). No era raro que los romanos llegaran de vuelta a la frontera antes de que los germanos pudieran reaccionar.

En el año 15 se había producido una de estas incursiones dirigida por Germánico. El ejército romano era bastante grande, así que los intentos de Germánico por hacer que los germanos lucharan abiertamente no obtuvieron resultados. Por lo tanto, decidió volverse a la frontera. Él en persona embarcó con una parte del ejército y volvió por la costa. El resto (unos 30.000) volverían por tierra al mando de Cécina. El camino que éste deberá tomar pasa por un pantano, pero había caminos elevados que permitirían moverse con la impedimenta.

Los germanos, dirigidos por Arminio (el mismo que los había dirigido en Teutoburgo) decidieron no desaprovechar la ocasión. Avanzaron rápidamente para situarse delante de Cécina y cortarle el paso.


Sir Nigel



No se conoce el número de germanos que participaron en la batalla. Según las fuentes romanas los germanos eran muchos más.

Cécina avanzó por los puentes (más bien eran diques estrechos), que habían sido construidos por otro ejército romano hacía unos años, en una campaña anterior. Estaban en mucho peor estado del que se esperaba y la marcha se hizo muy lenta, ya que había que reparar el camino en muchos puntos para que pasaran los carros y mulas. Al llegar a la altura de los germanos Cécina decidió acampar (si es que se puede llamar así), con los soldados metidos en el agua y el barro. Parte de las tropas se dedicaban a reparar el camino, mientras otros mantenían alejados a los germanos que empezaban a salir de los bosques. Los combates se produjeron en medio del pantano, con unos y otros semisumergidos en el agua. Los germanos usaban largas lanzas que les daban alguna ventaja en esas circunstancias. Tácito también dice que su altura les permitía moverse con más facilidad. Algunos historiadores modernos añaden el factor del peso de las armaduras romanas, pero si realmente fueran un lastre lo normal sería que se las hubieran quitado (Tácito no hace referencia a este factor). Era también muy difícil usar las armas arrojadizas por lo inestable del terreno.

Al caer la noche los germanos se retiraron y los romanos tuvieron un respiro. Pero el respiro no duró demasiado. Los romanos se dieron cuenta de que poco a poco el agua del pantano comenzaba a subir de nivel. Los germanos habían empezado a desviar corrientes de agua cercanas hacia ese sitio, con lo que la situación se hizo peor todavía. No hubo mucho descanso, y un oficial dijo que había soñado con Varo, que se le apareció ensangrentado y haciéndole señas para que lo siguiera. Cuando amaneció Cécino decidió enviar una legión a cada flanco (la Quinta y la Vigesimoprimera) para mantener a los germanos alejados de los puentes. Las otras dos (la Primera y la Vigésima) debían ponerse una delante y otra detrás del bagaje y avanzar con éste. Las dos legiones de los flancos se alejaron hacia los lindes de los bosques, que era un terreno más alto, pero al llegar a este lugar en el que era más fácil avanzar comenzaron a moverse rápidamente intentando llegar al llano que había más adelante para salvarse, abandonando a sus compañeros del pantano en el proceso.

Tácito describe la situación de la columna como un caos, con las unidades mezcladas y nadie haciendo caso de los oficiales. Los germanos no perdieron su oportunidad, y una multitud de ellos se abalanzó sobre el ejército. Uno de los ataques abrió un enorme boquete en medio de la columna y esta quedó dividida en dos. Los germanos comenzaron a mezclarse con los legionarios, auxiliares y civiles, atacando sobre todo a los animales de carga para hacer aún más lenta la marcha romana. Las bajas debieron de ser muy altas, pero algunos contraataques de la Primera legión, que iba en cabeza, dieron espacio suficiente como para que algunos pudieran salir de allí. Los germanos se quedaron saqueando los carros y matando a los rezagados.

Al llegar al llano y reunirse con las legiones de los flancos Cécino decidió acampar como se pudiera, ya que no había herramientas, tiendas ni forma de ayudar a los heridos. Los romanos no pasaron una buena noche, con los germanos muy cerca del campamento gritando y entonando cánticos de guerra. La situación era tan tensa que bastó que se soltase un caballo para que cundiese el pánico, con los soldados intentando huir de germanos imaginarios que ya entraban en el campamento. Cécina no pudo impedir la estampida ni con amenazas, hasta que se tendió delante de la puerta a donde se dirigían todos (la más alejada de los germanos). Se celebró un consejo de guerra para decidir qué hacer. Se decidió intentar una estratagema que ya se había hecho antes en otras ocasiones (en una de ellas la llevó a cabo Emilio Paulo, el vencedor de Pidna).

Los líderes germanos insistieron a Arminio que había que acabar con los romanos atacando al campamento. Arminio no estaba muy por la labor, pero finalmente accedió. Al llegar la mañana atacaron el campamento y comenzaron a rellenar el foso y a asaltar las empalizadas. Los romanos se habían propuesto mostrar una defensa débil, aunque eso no debió de ser difícil. Envalentonados, los germanos atacaron con más ganas. En ese momento se abrieron las cuatro puertas del campamento y por cada una de ellas salió un grupo de tropas escogidas (los oficiales y legionarios y auxiliares mezclados, elegidos por su valentía), seguidos por el resto. Los germanos quedaron tan sorprendidos y estaban tan desorganizados que fueron dispersados con mucha facilidad. Los romanos mataron a bastantes y hasta pudieron recuperar parte de su bagaje. Y lo más importante, pudieron continuar su camino hasta la frontera.

Así como no hay datos para el número de guerreros germanos, tampoco las hay para sus bajas. Tampoco he encontrado datos sobre las bajas romanas, ni en Tácito ni en el artículo de Sátrapa1.

Sir Nigel

Dirraquio

Continuando con los despliegues no convencionales, ahora toca la batalla de Dirraquio. Creo que si se buscan hacer batallas en la Antigüedad diferentes esta batalla puede dar muchas ideas, especialmente para combates de menor tamaño que una batalla convencional, desde escaramuzas de un puñado de hombres a un enfrentamiento "medio" de unos pocos miles.

A lo largo de los dos últimos siglos los romanos habían ido mejorando su ingeniería militar. Si en la Primera Guerra Púnica (e incluso en la Segunda) su capacidad en los asedios, por ejemplo, era más bien baja, ahora, más siglo y medio después, la ingeniería militar había alcanzado una importancia incluso mayor que en los reinos helenísticos que le habían dado un enorme impulso con anterioridad. César y sus contemporáneos llegarían a entablar verdaderos duelos de fortificaciones y/o  de posiciones. En el año 49 a.C. César había vencido a los pompeyanos en Ilerda sin llegar a combatir en batalla formal, con ambos bandos buscando las mejores posiciones para sus campamentos, ataques a las líneas de comunicación, bloqueos...

Al año siguiente César estaba en Grecia combatiendo contra el mismo Pompeyo. La batalla de Dirraquio comienza con un intento de César por hacerse con esta ciudad, que era el puerto por el que recibían los pompeyanos sus suministros. No logró hacerse con ella lo bastante rápido, ya que Pompeyo llegó con su ejército poco después. El campamento de César quedó situado entre la ciudad y el de Pompeyo.

A partir de este momento ambos bandos comenzaron a construir una línea de empalizadas y fosos. César intentando rodear a Pompeyo, y éste intentando abrir una vía hacia el sur, hasta que ambas posiciones quedaron como se puede ver en el mapa. Durante la construcción de las líneas se produjeron muchos enfrentamientos a pequeña escala para hacerse con lugares estratégicos. En uno de ellos fue atacado un destacamento de César situado en un lugar demasiado expuesto, teniendo que retirarse. Sin embargo, antes de la retirada definitiva se hizo un contraataque exitoso como demostración de fuerza. Este tipo de ataques "para enseñar quien manda" después de una derrota eran muy propios de César, y ya lo había hecho a menudo en la Galia. No había que dar ocasión al contrario a pensar que podía ser más fuerte. Al acabar las obras la línea de Pompeyo ocupaba 22 Km, y la de César 27 Km.



La situación comenzó a empeorar rápidamente para unos y otros. El ejército de Pompeyo era abastecido por el mar y tenía más alimentos, aunque el agua sí era un problema sobre todo desde que el enemigo desvió las corrientes de agua que pasaban por el terreno ocupado por Pompeyo. También faltaba forraje para la caballería, y los animales acabaron en un estado lastimoso a medida que pasaba el tiempo. En el otro bando el problema era la comida, ya que aún faltaban meses para la cosecha y había que abastecerse del interior. Los legionarios de César acabaron comiendo raíces (de una planta llamada Chárax) mezcladas con leche y agua con las que cocían una especie de pan especialmente repugnante. Los legionarios solían lanzar hogazas de Chárax a las líneas de Pompeyo como muestra de determinación. La ventaja que tenía César es que si podía aguantar hasta la cosecha se acabaría el problema del abastecimiento. Pronto se extendieron las enfermedades en ambos campamentos (según Goldsworthy sería tifus).

Los combates en tierra de nadie eran continuas escaramuzas y asaltos, y las costumbres de los soldados fueron cambiando en este tipo de guerra. Las tropas ligeras pompeyanas empezaron a usar nuevas técnicas durante sus incursiones nocturnas, lanzando andanadas a ciegas contra las zonas iluminadas por las hogueras de la línea enemiga. Los soldados comenzaron a hacer guardias bien alejados de la luz. También empezaron a cubrir sus yelmos con un entramado de mimbre para amortiguar el impacto de los proyectiles de honda y para evitar desvelar su posición con un reflejo del metal.

A veces se producían combates a mayor escala. Un ataque pompeyano a una colina clave fue repelido cuando Publio Cornelio Sila (oficial de César) apareció con dos legiones de refuerzo. En otro momento, tres cohortes de la Novena (en teoría 1.500 hombres, pero las legiones de César estaban muy desgastadas por tantos años de combates – al finalizar la campaña la Sexta tenía 1.000 hombres, y otra pompeyana incorporada a las tropas de César unos 2.500) rechazaron el ataque de una legión completa apoyada por arqueros y honderos. En este combate prácticamente todos los cesarianos estaban heridos al finalizar el día, y se contaron 30.000 proyectiles caídos dentro del fuerte. Cuatro centuriones perdieron un ojo por impactos de proyectil, y otro (o quizá uno de ellos) llamado Sceva contó 120 impactos en su escudo al acabar la batalla.

strategos

Muy interesante el post. A ver si saco un rato luego y comento. Entretanto quería recomendar el último número disponible de Ancient Warfare sobre caballería. Me ha recordado su primer artículo mucho a los que publica Sir Nigel. Quizá debería animarse a preparar alguno para alguna revista ;D



http://www.ancient-warfare.com/cms/issues/ancient-warfare-vi-3.html