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Despliegues en la Antigüedad

Iniciado por Sir Nigel, 26 sep 2012, 12:11

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Sir Nigel

Ya se había hablado hace tiempo de abrir un hilo sobre este tema, así que lo empiezo. Pongo las ideas que he ido recopilando de diferentes autores para que sirvan para hacerse una idea a la hora de preparar escenarios o hacerse reglas caseras. Y también para que me corrijan y para comparar con otras épocas, que seguramente los conocedores del período napoleónico o medieval que hay por aquí tienen bastantes cosas que aportar aunque el período histórico no sea el mismo.

Para aclarar un poco lo que viene después, creo que es mejor empezar por aclarar cuando y en qué situaciones se producían batallas. Lo más importante es tener en cuenta que las batallas no se daban, por norma general, a menos que lo quisieran ambos contendientes. Excepto en casos de emboscada o un ataque sorpresa, dos ejércitos enfrentados podían estar uno frente a otro durante días, semanas o incluso meses sin que ninguno de ellos se decidiese a atacar al otro (y en un caso al menos, entre romanos y cartagineses en Sicilia, años). Las posiciones defensivas, normalmente en zonas altas, eran lo bastante intimidantes como para que fuese preferible esperar a que el contrario se decidiese a abandonarlas y bajar al llano. A veces se producían duelos de posiciones, con cada bando intentando ocupar una posición más favorable (por ejemplo, que permitiese controlar la línea de suministro enemiga), cambiando ambos bandos sus posiciones varias veces o haciendo carreras por ver quien podía fortificar una línea más rápido y así aislar al contrario. En algunos casos estas carreras de ingeniería se convirtieron en "batallas" por sí mismas, con luchas de posiciones, asaltos y problemas logísticos parecidos a los asedios (como Dirraquio).

Pero aunque las posiciones defensivas eran ventajosas, antes o después uno de los bandos se encontraría en la obligación de abandonarlas. Las causas podían ser logísticas por falta de suministro, políticas (como obligaciones ante los aliados, peligro de disensiones en una confederación, que el general viera peligrar su mando, etc.), de disciplina (en más de una ocasión los soldados hacían imposible mantenerse más tiempo esperando) o fallos al recabar información (pensar que el enemigo era inferior en número o se estaba retirando). Los motivos de un tipo u otro podían ser más comunes dependiendo de qué ejército estemos hablando. En el ejército romano manipular eran comunes los problemas de disciplina con los soldados, así como la prisa de los mandos por obtener una victoria antes de acabar el consulado. En el enorme ejército belga que se enfrentó a César los problemas fueron ante todo logísticos (y, curiosamente, optaron por una retirada y no por un asalto suicida, que es lo que se podría esperar si seguimos la idea de que los ejércitos de "bárbaros" solo concebían la guerra como una carga de frente sin obedecer órdenes - y hablo de la regla "Impulsivos" o similar que se les endosa siempre). En las confederaciones griegas organizadas contra los persas existía siempre el peligro de que alguno de los contingentes decidiera que era mejor volverse a casa.

Estas tensiones afectaban siempre a ambos bandos. Si los griegos tenían el peligro de que la confederación se deshiciese, los persas de Mardonio que estaban enfrente tenían sus propios problemas logísticos, así como la necesidad de mantener la apariencia de completa superioridad en el territorio que estaban invadiendo. Finalmente uno de los dos bandos acabaría por no poder mantener su posición y se darían dos posibilidades: atacar o retirarse. En el primer caso podía darse la batalla si el enemigo también la aceptaba. Si no la aceptaba, seguía existiendo la opción de atacar directamente sus posiciones defensivas – aunque esto pocas veces llegaba a darse. En el segundo caso (la retirada) existía el peligro de ser atacados por la retaguardia antes de poder alejarse lo suficiente. Esto último fue lo que ocurrió en Platea, por seguir con el ejemplo de los griegos.

También era habitual hacer alardes de superioridad diariamente desplegando el ejército - cuanto más seguro se sintiera un general más se acercaría al contrario para provocarlo. Esto era una guerra psicológica para amedrentar al enemigo y hacer que las tropas propias ganasen confianza. A veces estos alardes se convertían en una batalla de verdad si los dos bandos se acercaban demasiado.

Así, era habitual hacer despliegues sin llegar a luchar realmente. Y estos despliegues eran lentos (varias horas) y tenían que ser organizados previamente. No era posible hacer cambios radicales con las tropas ya dispuestas sobre el terreno. Por este motivo los despliegues solían ser siempre bastante parecidos, siguiendo un patrón según la tradición militar en cada caso. Era más sencillo (y normalmente más efectivo) hacer las cosas como siempre que probar inventos originales. Aún así, se pueden ver las diferencias entre cada ejército. En las confederaciones, ya fuera tribus galas o ciudades-estado griegas, las tácticas eran sencillas y solían seguir un mismo patrón. La disposición de tropas de la Liga del Peloponeso, encabezada por Esparta, fue siempre prácticamente la misma. En un ejército como el de Alejandro, mucho más centralizado y veterano, se podían usar métodos diferentes según el caso, aunque siguiendo también más o menos un patrón establecido.

El porqué se hacían los despliegues de una forma y no de otra lo dejo para otro post, que este ya es un verdadero tocho.

Elmoth

Espero ese segundo post :) Es más un post estrategico que de despliegue spropiamente dicho, pero como tiene pinta de que vas a escribir un articulo/ensayo entero sobre el tema, espero con ganas los siguientes  :cc

Elgoindy

Interesante. Más que interesante. De hecho puede dar pie a adaptarlo para hacer misiones dentro de batallas más grandes en cualquier juego y no reducirlo a un "mata mata"...

Al igual que Elmoth, espero impaciente la continuación

strategos

¡Muy interesante tema! En cuanto tenga algo de tiempo aporto algo más sustantivo. Sobre lo que has marcado, añadiría un elemento, que es más o menos el paso de la guerra de señores de la guerra al de la guerra de poleis y de ésta a la imperial. Algunos pueblos (los nómadas) nunca dejaron de hacer la primera, que básicamente consiste en razzias que podrían terminar en batalla, aunque lo normal es pillar el botín y salir corriendo. La segunda es propia de ejércitos con un alto componente de campesinos. La guerra estaba muy organizada e insertada en el calendario, coincidiendo con los meses en que no hay que hacer nada en cultivos de secano. La presión por la batalla muchas veces simplemente provenía del hecho que los soldados pedían volver a casa a recoger la cosecha, para que no se echara a perder. Así (esto creo que lo leí en Hanson) la innovación de la guerra griega fue buscar un único enfrentamiento que pusiera fin al conflicto, a veces de tierras, otras de comercio. Convenía a ambos pues se trataba de resolver la disputa en un enfrentamiento buscado por ambos. El ganador se lo llevaba todo. El siguiente paso viene con la guerra imperial, cuando pueblos intentan subyugar a otros pueblos. Ahí dar batalla era una cuestión de necesidad.

En cualquier caso, está muy bien lo que planteas y, pensando en términos de wargames, salen unas cuantas ideas interesantes. Ya aporto un poco más sobre el despliegue en sí más adelante y espero con ganas tu próximo post.

Sir Nigel

Como bien apuntas sobre los griegos, Strategos, siempre existía un cierto grado de ritual, como en todas las guerras por otra parte. En la Antigüedad podía ser más o menos acentuado según la época y los ejércitos implicados, pero en general creo que se puede decir que era bastante acentuado. Aunque no creo que la causa fuera una concepción de la guerra menos agresiva (que es lo que se puede entender al usar la palabra ritual), sino porque existían tales limitaciones que de una forma u otra se acababan aceptando implícitamente cierta manera de hacer las cosas.

Para hacerlo un poco más complejo, esto también se convertía en parte de la estrategia. En las guerras de las polis, donde el ritualismo era bastante acentuado y los despliegues eran parecidos siguiendo unas "normas", un general avispado podía aprovecharse de ello. Algo tan simple como hacer la falange mucho más profunda en un punto para arrollar lo que hubiera delante, por ejemplo. Lo paradójico es que estas tácticas que se aprovechaban del ritual no hicieron cambiar la guerra entre polis más que muy lentamente. Todos seguían usando el mismo método... hasta que uno no lo hacía y sacaba provecho.

Sir Nigel

Sobre los despliegues en general.

Aunque me imagino que los métodos pudieron variar bastante durante tantos siglos, los casos que conozco más en detalle son de los ejércitos romanos y cartagineses, así que usaré ejemplos de éstos para dar una idea general sobre el tema.

Como ya he comentado antes, hay que tener en cuenta que al preparar el despliegue no se tenía la completa seguridad de que se fuera a producir una batalla. De hecho, en muchas ocasiones se desplegaba con la idea de que no se produjera en absoluto, manteniendo a las tropas en terreno alto.

Las tropas salían del campamento en el mismo orden que tendrían después en la línea de batalla. Primero saldrían del campamento las tropas que se iban a posicionar en la izquierda, y las seguirían las demás hasta las del extremo derecho, que serían las últimas. La cabeza de la columna (las de la izquierda, recordemos) se dirigían hacia el extremo derecho de lo que iba a ser la línea de batalla. Luego girarían y se moverían siguiendo la futura línea de batalla hasta alcanzar la izquierda, su posición final. El resto de las tropas las irían siguiendo y se pararían unas detrás de otras, formando la línea y encarándose hacia el enemigo. En el caso romano, que formaban tres líneas unas detrás de otras, en lugar de una sola columna habría tres que seguían el mismo recorrido moviéndose en paralelo.

Como podemos ver es un sistema engorroso y lento, pero que tiene la ventaja de que es ordenado y todo el mundo puede saber cual es su sitio con facilidad. Sólo hay que seguir al de delante. También era un sistema que obligaba a planificar todo el despliegue antes de poder ver qué hacía el contrario. En resumen, que ambos bandos desplegaban a ciegas basándose en lo que suponían que haría el contrario. Sólo cuando ambos bandos quedaban finalmente uno frente al otro podía el general comprobar si su despliegue era más o menos acertado, y eso en caso de que realmente pudiera ver algo.

Esto podía producir situaciones como la de la batalla de Ilipa, entre romanos y cartagineses. Durante varios días unos y otros desplegaron sus ejércitos a la manera tradicional, pero manteniéndose siempre a distancia del enemigo. Finalmente Escipión decidió un día invertir las posiciones de sus legionarios y aliados íberos. Cuando acabó el despliegue, era demasiado tarde para los cartagineses cambiar la disposición de sus tropas. Los romanos atacaron y vencieron.

Para poder defender a las tropas mientras se formaba la línea, lo normal era enviar tropas ligeras para formar una pantalla. Los combates entre las tropas ligeras eran mucho más habituales, ya que solían enfrentarse en tierra de nadie incluso aunque no llegase a producirse la batalla propiamente dicha. Incluso aunque el ejército ni siquiera saliese del campamento, las tropas ligeras realizaban operaciones en las cercanías para molestar al enemigo acosando su campamento, defendiendo o atacando líneas de suministro, saqueando las inmediaciones o simplemente participando en escaramuzas que permitiesen apuntarse pequeñas victorias para levantar la moral. Los combates de este tipo eran el día a día normal de la guerra, y a veces también participaban pequeños contingentes de tropas más pesadas.

En ocasiones estos combates podían salirse de madre: si ambos generales decidían enviar continuos refuerzos a uno de estos enfrentamientos podía ocurrir que al final los ejércitos completos acabaran en una batalla campal. Algunas batallas a gran escala comenzaron con peleas individuales en zonas de recogida de agua o discusiones por una mula, por ejemplo. En estos casos, más que un despliegue lo que había era un continuo goteo de refuerzos sobre un punto, hasta que finalmente ambos bandos salían del campamento con todo lo que tenían a toda prisa. Los manuales de la época desaconsejaban dejarse arrastrar a una de estas batallas "improvisadas", ya que nadie podía tener un control real de la situación.

(Continuará)

strategos

Quería ñadir este capítulo de Polibio que es útil pues, al discutir cómo relata mal otro historiador, da muestras de cómo podría hacerse un despliegue sobre la marcha.

Cita de: Polibio (Hist., XII, 10)
CAPÍTULO X
Rebatimiento de lo que Calistenes escribe de Alejandro. Falta de conocimientos de este historiador en la táctica, que le hace cometer innumerables desatinos e imposibles en la descripción de las batallas.
Relataremos una sola batalla que se dio de poder a poder en la Cilicia entre Alejandro y Darío, batalla la más famosa, la menos lejana del tiempo en que nos encontramos, y lo principal, en la que se halló el mismo Calistenes. Ya Alejandro, manifiesta este historiador, había cruzado los desfiladeros llamados en Cilicia las Pilas, y Darío emprendida la marcha por las Pilas Amanidas, había llegado con su ejército a la Cilicia, cuando informado este príncipe por los naturales, de que Alejandro iba marchando delante hacia Siria, se propuso seguirle: que llegando a unos desfiladeros, acampó sobre el río Pinaro; que había en aquel lugar un espacio que no tenía desde el mar hasta el pie de la montaña más que catorce estadios, y que el río, naciendo en la montaña entre dos precipicios, corría serpenteando por el llano hasta el mar, metido entre dos colinas escarpadas e inaccesibles. Expuestas estas circunstancias, dice que como Alejandro, vuelto sobre sus pasos, se fuera ya acercando al enemigo, Darío y sus generales decidieron ordenar toda la falange en el mismo campamento; que antes tenían, cubrirse con el río que pasaba por delante, colocar la caballería a la orilla del mar, contiguos a ésta los extranjeros sobre la margen del río, y los coraceros junto al pie de las montañas.
En verdad que es difícil comprender cómo Darío situó estas tropas delante de la falange, pasando el río por el pie del mismo campo, y siendo tan excesivo el número de sus gentes. Según el mismo Calistenes, tenía treinta mil caballos, y otros tantos extranjeros. Ahora, pues, qué espacio ocupe este número de tropas es fácil saberlo. Regularmente en las batallas verdaderas se forma la caballería sobre ocho de fondo. Entre escuadrón y escuadrón es preciso haya un intervalo proporcionado al frente de cada uno, para mejor efectuar las evoluciones hacia el costado o hacia la espalda. De que resulta que ochocientos caballos ocupan un estadio; ocho mil, diez; tres mil doscientos, cuatro; de suerte que once mil doscientos caballos vienen a llenar el espacio de los catorce estadios. Conque para formar en batalla los treinta mil era preciso con corta diferencia que estuviesen en tres cuerpos en pos los unos de los otros. Y pregunto ahora: ¿dónde estaban situados los extranjeros? Se me dirá acaso que a espaldas de la caballería. Pero esto no puede ser, porque según Calistenes estas tropas tuvieron que luchar en el combate con los macedonios; de donde es preciso inferir que la mitad del terreno de parte del mar estaba ocupado por la caballería, y la otra mitad de parte de las montañas por los extranjeros. Por aquí se puede sacar la cuenta de cuánta fuese la profundidad de la caballería, y a qué distancia estuviese el río del campamento.
Dice después, que cuando ya estaban a tiro los contrarios, Darío, que ocupaba el centro de su formación, hizo venir los extranjeros que se hallaban en una de las alas. De esta proposición se origina otra duda. Porque los extranjeros y la caballería por precisión habían de estar inmediatos en medio de este terreno. Luego si Darío estaba entre los mismos extranjeros, ¿cómo, para qué, o a qué efecto era llamarlos? Por último, añade que la caballería del ala derecha se adelantó para cargar sobre Alejandro; que éste sostuvo el ímpetu con valor y la atacó asimismo por su parte, de que se originó una atroz refriega. Pero no se acuerda de que había un río de por medio, y un río tal como el que él acaba de describir.
Iguales contradicciones comete en lo que dice de Alejandro. Según él, pasó al Asia con cuarenta mil infantes y cuatro mil quinientos caballos, y cuando ya estaba para entrar en la Cilicia, le vinieron de Macedonia otros cinco mil hombres de a pie y ochocientos de a caballo. Quitémosle tres mil infantes y trescientos caballos, que es lo más que se puede destacar de un ejército para diferentes ministerios; y aun así vendrán a quedar cuarenta y dos mil hombres de infantería. Sentado este principio, añade que Alejandro tuvo noticia de la llegada de Darío a la Cilicia cuando ya sólo distaba de él cien estadios y había cruzado los desfiladeros; que con este motivo tuvo que volver sobre sus pasos y tornar a pasar aquellas gargantas, puesta a la vanguardia la falange, a espalda de ésta la caballería, y detrás de todo, el bagaje; que lo mismo fue verse en campo llano, ordenó formar en batalla la falange, y puso sus líneas al principio sobre treinta y dos hombres de fondo, un poco más adelante sobre dieciséis y al fin cuando ya estaba próximo al enemigo, sobre ocho. Estos aún son más clásicos absurdos que los anteriores. Pues mil seiscientos hombres, puestos sobre dieciocho de altura, con los espacios correspondientes a una marcha, y dejando sólo seis pies de línea a línea, ocupan un estadio; por consiguiente dieciséis mil cogerán diez, y un número doblado veinte. De donde se ve palpablemente que cuando Alejandro ordenó su ejército sobre dieciséis de fondo, era preciso que llenase un espacio de veinte estadios; y aun todavía sobraba toda la caballería y diez mil infantes.
Poco después dice que cuando Alejandro se vio a cuarenta estadios del enemigo, condujo su ejército de frente; delirio el mayor que se puede excogitar. Porque, ¿dónde es capaz hallar, mayormente en la Cilicia, un llano de veinte estadios de ancho y cuarenta de largo que necesita una falange armada de lanza para marchar de frente? Son tantos los inconvenientes a que está sujeta una formación semejante, que no es fácil enumerarlos. Como prueba de ello bastarán únicamente los que el mismo Calistenes confiesa. Los torrentes, dice, que se despeñaban de aquellas montañas, habían formado tantas cavernas en el llano, que los más de los persas perecieron en sus concavidades cuando huían. Conque, según eso, Alejandro quiso tener dispuesto su ejército para cualquier lado que el enemigo ya se presentase. ¿Y se puede dar cosa menos dispuesta para esto que una falange cuyo frente está desunido y roto? ¿Cuánto más fácil le hubiera sido ordenarse en batalla, adaptándose a la formación que llevaba en el camino, que no conducir sobre una línea recta sus tropas interrumpidas y divididas en el frente, y emprender la acción en un terreno quebrado y montuoso? Era sin duda mucho más ventajoso haber manchado con su ejército dividido en dos o cuatro falanges, pues no era imposible hallar sitio proporcionado para esto sobre el camino; y le hubiera sido fácil formarse rápidamente en batalla, puesto que podía saber con mucha anticipación por sus corredores la llegada del enemigo. Pero aquí Calistenes, fuera de otros despropósitos, ni siquiera sitúa a la vanguardia la caballería, siendo así que conduce el ejército por tierra llana; sino que la hace marchar al igual de la infantería.
Pero el mayor absurdo de todos es decir que cuando ya estuvo próximo al enemigo, situó sus tropas Alejandro sobre ocho de fondo. De aquí se sigue, que la falange había de tener por precisión cuarenta estadios de longitud. Demos que se hallase tan del todo apiñada, que estuviesen tocándose los unos con los otros; aun así era forzoso que ocupasen veinte estadios. Es así que Calistenes dice que no llegaban a los catorce; que de éstos una parte hacia el mar... estaba vacía y otra a la derecha; y que entre el campo de batalla y los montes se había dejado un espacio conveniente, para no estar dominados del cuerpo de tropas apostadas al pie de las montañas. Pues aunque es cierto que contra este cuerpo opone otro de parte de Alejandro en forma de tenaza, para eso le dejamos diez mil infantes, número mayor que el que él puede apetecer. Conque venimos a sacar, según su propia confesión, que sólo venían a quedar para la falange a lo más once estadios de longitud, dentro de los cuales habían de estar encerrados por precisión treinta y dos mil hombres sobre treinta de fondo. Esto no obstante, dice que en el momento del combate estaba formada la falange sobre ocho de fondo. He aquí una clase de yerros inexcusable. La imposibilidad de los hechos está por sí misma saltando a los ojos. Porque designar los espacios de hombre a hombre, determinar la magnitud del terreno, contar el número de tropas, y después mentir, no admite excusa. Sería largo de contar añadir a éstos todos los despropósitos que ha cometido; bastará referir unos cuantos. Manifiesta que todo el empeño de Alejandro al formarse en batalla fue situarse de modo que tuviese que pelear con el mismo Darío, y que la misma intención tuvo Darío al principio contra Alejandro, mas después cambió de parecer; pero no nos dice siquiera una palabra ni de cómo se penetraron mutuamente las intenciones, ni qué puestos ocuparon en sus respectivos ejércitos, ni adónde se transfirió Darío después que mudó de decisión. A más de esto, ¿qué motivo pudo haber para que la falange formada subiese sobre la margen del río, generalmente escarpada y cubierta de jarales? Imputar a Alejandro un absurdo semejante, cuando es notorio que desde niño aprendió y ejercitó el arte de la guerra, sería injusticia; más regular será atribuirlo al historiador, cuya ignorancia no le permitía discernir lo posible de lo imposible en tales casos. Pero esto baste de Eforo y de Calistenes.


Sir Nigel

Menudo cabreo que tiene el Polibio.  ;D Me recuerda a mí viendo ESDLA.  ;D

Sir Nigel

Los tipos de despliegue podemos clasificarlos de varias formas. Empezaremos por clasificarlos dependiendo de su "centro de gravedad", o lo que es lo mismo, si era un despliegue simétrico o asimétrico. El despliegue asimétrico lo podemos ver básicamente en ejércitos de tradición griega (polis de la época clásica, macedonios y reinos helenísticos), mientras que el simétrico es el que usaban prácticamente todos los demás (persas, romanos, cartagineses, etc.).

El sistema asimétrico se basaba en potenciar uno de los flancos, mucho más fuerte que el otro, y así aplastar primero un flanco enemigo y luego girar para destruir el resto del ejército. Se puede ver este sistema desde la época clásica (los espartanos se situaban en el extremo derecho en los ejércitos de la Liga del Peloponeso). Luego se fue desarrollando más con el tiempo. Epaminondas creó la línea oblicua dando aún más énfasis a este aspecto del despliegue. Más tarde Filipo y Alejandro usarían conceptos parecidos aunque basándose más en la caballería.

El sistema simétrico, en cambio, situaba el eje del ejército en el centro. Las tropas se situaban normalmente de forma equilibrada a un lado y al otro del eje, quedando ambos lados con una distribución y potencia parecida. Los cartagineses, que adoptaron el sistema helenístico de combatir, siguieron usando un sistema simétrico, y lo mismo harían los romanos.

Otra posible clasificación sería por la existencia o no de reservas apreciables. En este caso, los que destacan son los romanos, en cuyos ejércitos el porcentaje de tropas situadas en reserva era muy superior a los demás. En una legión manipular, por ejemplo, había 1.200 hombres en primera línea y 1.800 más en las dos líneas posteriores.  Hubo algunos intentos de copiar el sistema romano, aunque sin mucho éxito (cartagineses, seleúcidas). El sistema romano, sin embargo, cambió bastante con el tiempo. Ya en el siglo I d.C. lo más habitual era usar solo dos líneas de profundidad en lugar de tres. Y en el Imperio Tardío la infantería usaba casi exclusivamente la formación en falange, con una única línea.

El caso persa lo conozco poco, pero creo que era habitual disponer las tropas en dos líneas. La más adelantada de caballería y la segunda de infantería (caso del Gránico o Gaugamela). No estoy muy seguro de la razón de esto. Si se trata de un caso parecido al parto o el sasánida, se esperaría que la infantería sirviese de pantalla para que la caballería pudiese reorganizarse en retaguardia y volver al combate.

Blooze

Cita de: Sir Nigel en 26 sep 2012, 12:11
Y también para que me corrijan y para comparar con otras épocas, que seguramente los conocedores del período napoleónico o medieval que hay por aquí tienen bastantes cosas que aportar aunque el período histórico no sea el mismo.
El primer post lo situo en el siglo XVII o XVIII cambiando los nombres de los protagonistas/naciones y no me desencaja lo mas minimo.

Muy interesante, espero continuaciones :)

PS: ¿Hablaras sobre densidades de formaciones o del espacio que ocupaban estas?

strategos

Cita de: Blooze en 26 sep 2012, 23:18
¿Hablaras sobre densidades de formaciones o del espacio que ocupaban estas?

En la cita de Polibio tienes gran parte de esto, con cálculos de cuánto ocupa cada unidad. Me resulta muy interesante que diga expresamente que la caballería precisaba de tener a su lado un espacio vacío igual a su frente para poder hacer movimientos con efectividad y que nunca se desplegaban en más de ocho en fondo. Los combates de caballería debía de ser una sucesión de idas y venidas, muy alejadas de las cargas que solemos ver en las películas.

Para la infantería también se dan datos en función de la estimación de lo que ocupaba cada soldado. Creo que en otro lugar se compara esto con lo que ocupaba un romano. Es material interesante para poder sacar uno sus propias conclusiones.

PD: también espero más entregas, que esto es muy interesante.

Sir Nigel

Cita de: Blooze en 26 sep 2012, 23:18
PS: ¿Hablaras sobre densidades de formaciones o del espacio que ocupaban estas?

Me estoy dando cuenta de que hay demasiadas cosas que tratar, no sé si daré para tanto...  :(

Lo de los espacios habría que aclarar que existe más de una teoría, hablar sobre los diferentes ejércitos y formaciones, etc. Haré lo que pueda, pero también puede ponerlo otro que todo el mundo puede participar.  :)

Cita de: Blooze en 26 sep 2012, 23:18
El primer post lo situo en el siglo XVII o XVIII cambiando los nombres de los protagonistas/naciones y no me desencaja lo mas minimo.

¿También se producían esos tiempos de espera y despliegues antes de las verdaderas batallas? La verdad es que no sé mucho sobre esos siglos.

Sir Nigel

Cuando las normas no se cumplen: la batalla del Sambre.

Después de explicar cuales eran los principios generales que se seguían antes de las batallas, pondré un ejemplo de algo completamente distinto. En esta batalla se enfrentaron los belgas a las legiones de César, y se produjo después de que la gran confederación belga tuviera que retirarse por problemas de suministros, sin atreverse a atacar directamente las posiciones defensivas romanas. Algunas de esas tribus, sin embargo, decidirían enfrentarse a César cuando éste entrase en su territorio.

Haré un resumen de la batalla, y no sólo del despliegue, porque es muy indicativa de cómo se desarrollaban los combates en esa época.

Éste es un mapa de la batalla.


En cuanto a la topografía, tanto el campamento romano como el bosque están en sendas colinas, y el río Sambre que transcurre por el medio es bastante ancho, pero no llegaba a un metro de profundidad. Además la colina romana estaba plagada de setos de gran tamaño, que serían bastante importantes en el desarrollo de la batalla.
Como podemos ver, la disposición de las tropas muestra simplemente dos líneas que chocarán hasta que una de ellas quede masacrada. No parece que sea muy complicado.

Empezaremos por el principio. Los Nervios, junto a dos tribus aliadas menos potentes, deciden cortar el paso a las legiones en este punto. Posiblemente se trataba de un lugar en el que ya se habían enfrentado antes a otros enemigos, ya que por él transcurría un camino que se adentraba en su territorio, y habían sido los propios Nervios los que habían plantado los setos. Se habían puesto en contacto con galos del ejército de César que les habían informado de cual era el orden de marcha romano. Deciden mantenerse esperando en el bosque a que aparezca la primera legión, y cuando el bagaje de ésta se asome por la colina que tienen enfrente, atacar. El plan era masacrar a la primera legión que apareciera, y luego supuestamente ir destruyendo a las demás una a una, o al menos causar el pánico en la columna romana. Según las estimaciones modernas, posiblemente su número fuera equivalente al de los romanos, aunque es imposible saberlo.

El plan, como suele ocurrir, salió mal. César había cambiado el orden de marcha, y en lugar de que cada legión fuese acompañada por su bagaje éste iba todo junto más atrás, y en cabeza iban seis legiones. Los belgas vieron como una tras otra las legiones se iban posicionando detrás del río y comenzaban a construir el campamento. Sin embargo, toda la línea belga se mantuvo en orden y disciplinada en todo momento, y su posición no fue descubierta.

César, por su parte, estaba cometiendo sus propios errores. Aunque en otras ocasiones había situado tropas en formación de batalla para proteger a las que trabajaban en el campamento, esta vez no lo hizo. Sabía que los belgas estaban cerca (aunque no tan cerca) y que podían llegar en cualquier momento, pero el día estaba acabando y no tomó más precauciones. Quizá infravaloró la capacidad de los enemigos para atacar a seis legiones a la vez subiendo una pendiente, aunque no hubiera fortificaciones.

En el lado belga comenzaron a verse algunas tropas ligeras y caballería en los márgenes del bosque, contra los que César envió sus propias tropas ligeras y caballería. Quizá los tomó por exploradores, lo cual no sería raro ya estaba entrando en territorio enemigo.  En las escaramuzas ganaron los romanos (o más bien sus aliados), que eran más numerosos. No se atrevieron a entrar en el bosque en persecución. Los legionarios continuaban construyendo el campamento, y el núcleo de las fuerzas belgas esperando en el bosque.

En un momento dado asomó por la colina romana el tren de bagaje, que finalmente alcanzaba a las legiones. Para los jefes belgas, ésta era la señal convenida y todo el ejército se puso en marcha saliendo del bosque.

El avance fue muy rápido. Los legionarios trabajaban con las armaduras puestas, pero las armas estaban apiladas más lejos. Cuando los belgas llegaron a su posición muchos romanos no habían podido sacar los escudos de las fundas, y algunas unidades eran más bien grupos de soldados que estaban cerca unos de otros cuando comenzó el ataque. Aún así, hay que aclarar que "rápido" no quiere decir un montón de guerreros lanzándose a la carrera cada uno por su cuenta. La distancia no era de más de unos cientos de metros, y a los romanos les dio tiempo de armarse y formar (mal que bien) sus líneas.

Los belgas espantaron en su marcha a las unidades ligeras y caballería romanas que había delante del bosque, que corrieron hasta alcanzar las obras del campamento romano. Luego cruzaron el río y comenzaron a subir la colina. Los soldados y oficiales romanos reaccionaron bien y no cundió el pánico. Sin embargo, la organización no era perfecta y entre los mandos había problemas para ver a sus propias tropas por culpa de los setos. Los setos, parece ser, también fueron una molestia a la hora de organizar y mover las tropas.

Sir Nigel

César se dirigió hacia la izquierda, donde estaban la Novena y  su legión favorita, la Décima. Cuando llegó la legión estaba formada y los galos subiendo la colina a menos de 100 metros. Los romanos reaccionaron de la forma tradicional: cargaron colina abajo. Durante la carga lanzaron una salva de pila y luego chocaron en cuerpo a cuerpo, empujando a los belgas hacia el río. La Décima legión era la mejor de todo el ejército, y los guerreros que tenían enfrente eran Atrebates, que ni eran las mejores tropas ni las más numerosas. El combate siguió con los legionarios de la Décima y la Novena empujando cada vez más lejos a los belgas, hasta llegar al bosque.

César se dirigió al centro para ver qué estaba ocurriendo por aquella parte. Aquí la Octava y la Undécima gracias al terreno estaban empujando a los Viromanduos (la tercera tribu aliada) hacia el río. Durante el resto de la batalla continuarían combatiendo en la zona más baja.

Finalmente, César llegó al flanco derecho. Aquí los que atacaban eran los Nervios, que no sólo eran mejores combatientes que las otras dos tribus, sino que además eran más. La situación era la siguiente. Las legiones Séptima y Duodécima habían conseguido mantener sus posiciones después del choque inicial. Los centuriones y otros oficiales debieron de conseguirlo a base de heroicidades porque, en ese momento, César dice que en una de las cohortes habían muerto todos los centuriones así como el portaestandarte. En el resto de las cohortes la situación era parecida, con casi todos los centuriones muertos o heridos. Un primus pilus tenía tantas heridas que no podía moverse del sitio. Cuando llegó César debía de haber un momento de pausa en el combate, ya que dice que los soldados eran acosados con armas arrojadizas. Los soldados se apiñaban unos contra otros, no dejándose sitio para luchar debidamente. Los soldados de las filas delanteras, dice, no eran apoyados por sus compañeros – es decir, que los soldados de las filas posteriores no seguían a la unidad cuando había un avance o comenzaban a alejarse si atacaban los enemigos, o lo que es lo mismo, los primeros síntomas de la desbandada. César cogió un escudo y se puso en primera línea para dar ejemplo.

Ya fuera gracias a su ejemplo o a cualquier otra cosa, la línea aguantó. Sin embargo, las cosas se iban a poner peor. El avance de las legiones del centro (Octava y Undécima) había abierto un hueco entre éstas y la Séptima y la Duodécima. Boduognato, el jefe belga, no perdió la ocasión y las unidades belgas comenzaron a colarse por él. Además otras unidades estaban flanqueando también por la derecha. Por si fuera poco, parte de los que se colaron por la brecha se dirigieron al campamento. Las unidades ligeras y la caballería que se habían refugiado allí vieron cómo se les acercaban los belgas y entraron en pánico, y con ellos salieron corriendo también los servidores y civiles que acompañaban al ejército. Además, por el camino que llevaba a la colina se estaba acercando una fuerza de caballería gala aliada que no podía ver lo que estaba pasando en la ladera del río, pero que sí vio a un montón de hombres que huían corriendo hacia ellos y a los guerreros belgas atacando el campamento. Decidieron darse la vuelta y salir de allí cuanto antes.

La Séptima y la Duodécima estaban prácticamente rodeadas, y se formaron cuadros (o quizá círculos) para resistir como se pudiera. Esta vez la línea romana no tenía reservas y no había mucho que pudiera hacer César por cambiar la situación.

La situación cambió gracias a la Décima y la Novena. Después de empujar a los Atrebates hacia bosque los habían puesto en fuga, para a continuación enfrentarse a las reservas belgas (parece que también los belgas sabían de la utilidad de las reservas), las vencieron y llegaron al campamento belga, dentro del bosque. Pero desde allí pudieron ver qué estaba pasando en la colina y Labieno (al mando) dio órdenes de dar la vuelta y atacar a los Nervios. Además ya se acercaban por el camino las dos legiones restantes, la Decimotercera y Decimocuarta, que eran las más novatas. A partir de ese momento fueron los Nervios los que tuvieron que luchar en inferioridad y desde varias direcciones. Curiosamente, César no dice que los bárbaros se desbandasen en cuanto se volvieron las tornas, sino que lucharon hasta el final. Las bajas que da son exageradas, pero indica que de los 600 "senadores" nervios, sólo 3 quedaron vivos. Y debieron de ser pérdidas muy graves, porque después de firmar la paz César prohibió a las tribus de los alrededores que atacaran a los Nervios, ya que no les quedaban fuerzas para defenderse. César omite cualquier referencia a las bajas romanas.

En esta batalla se rompieron varias de las "reglas" de la guerra del momento. Se atacó una posición en altura de frente (y a pesar de hacerlo por sorpresa y no estar fortificada quedó claro porqué no era una buena idea hacerlo). No llegó a haber esperas de varios días ni hubo tiempo para evaluar al enemigo (aunque ambos bandos tenían una idea bastante precisa de las fuerzas del contrario). Además, por una vez los romanos no disponían de reservas, y casi les cuesta la batalla.

Amonpharetos

Qué maravilla de post!!  :o Siga así Sir Nigel!
Enhorabuena!! :cc