La historia de la Humanidad está plagada de leyendas, mitos y epopeyas. Desde la historia de Gilgamesh a las hazañas de Hércules, pasando por las traiciones y amoríos de los dioses de mil culturas, los hombres han adornado la Historia con hechos que nunca sucedieron o, más bien, que no colmaron la insaciable curiosidad que todos padecemos. Hasta hace relativamente poco la obra de Homero formaba parte de esa categoría. No hay duda que cientos de generaciones leyeron y disfrutaron las hazañas y aventuras de Odisea, o Ulises, hasta el punto de comparar toda aventura (odisea) con la clásica obra del poeta ciego.


En 1870 Heinrich Schliemann, arqueólogo aficionado, se trasladó a la antigua Grecia asiática, actualmente Turquía, buscando evidencias de lo que él consideraba un hecho: la Ilíada no era tan sólo una obra de ficción. Troya había existido, había sido conquistada y sus restos deberían descansar todavía enterrados en aquellas costas. Imaginad su sorpresa al encontrar no una ciudad, como esperaba, sino varias, colocadas sucesivamente una sobre otra. Ayudado por el arqueólogo Wilhelm Dörpfeld encontró nueve ciudades, e identificó la Troya de Homero en el nivel seis o siete, reconocibles por las evidencias de un gran incendio. Una excavación americana posterior descubriría hasta 30 ciudades superpuestas o localizadas en las cercanías, cada una perteneciente a épocas completamente diferentes (la más antigua databa de 1.000 años antes que Troya, es decir, en el 1700 a.C., hace casi 4.000 años).


Todavía no ha sido descubierta la localización exacta de la antigua Troya. ¿Es la sexta ciudad, formada por edificios espaciosos y organizados, similar a la descrita por Homero? ¿o la séptima, construida sobre los escombros de la anterior y mucho más humilde? En cierto sentido no tenía importancia: lo verdaderamente importante era descubrir que los hechos narrados por Homero habían ocurrido, y habían sido transmitidos, seguramente maltratados y deformados por el tiempo, hasta la época moderna.


Pero aún quedaba una pregunta por responder: si los hechos narrados en la Ilíada eran, en su mayor parte, verídicos, ¿qué ocurría con la Odisea y la legendaria aventura de Ulises? Ya los griegos, en tiempos antiguos, discutían sobre la posible localización de los lugares visitados por el héroe viajero. Según una antigua leyenda los fenicios, señores del mar y grandes marinos de la Antigüedad, contaron a Homero la historia de sus viajes por el Mediterráneo y más allá, cruzando las Columnas de Hércules. ¿Serían los viajes de Ulises un reflejo de las aventuras marítimas fenicias?


Frente a este problema hay tres posturas: los primeros creen que la Odisea es una obra de ficción, y que no refleja más que un cuento, una leyenda. Quizás ligeramente inspirado en cuentos de viajeros y marineros, pero nada más. Para otros representa un viaje verdadero, pero dentro de los límites del Mediterráneo. Incluso el mar Negro, quizás. Para otros el viaje de Ulises se desarrolló aún más lejos que las costas ibéricas: en el Atlántico. Antes de seguir debo especificar que el viaje más allá de la península ibérica no era sólo un mito: varias expediciones no sólo la cruzaron, sino que llegaron mucho más allá.


Los griegos transcribieron la historia de una expedición fenicia, pagada con dinero Egipcio, que bordeó África hasta volver a su tierra natal remontando el mar Rojo. En su tiempo la idea fue descartada por una extravagancia geográfica narrada por el capitán: que más allá de Libia y Cartago, el sol salía por el Oeste. Ahora sabemos que ese dato es correcto (pues la expedición debería haber descendido hasta el hemisferio sur) por lo que se cree que la historia es verídica.


Dos exploradores cartagineses, Hannón e Himilcón, alcanzaron metas en nada inferiores. Hannón descendió por África fundando siete colonias y viviendo extrañas aventuras (en la historia transcrita por manos griegas se afirma que se encontraron con una extraña tribu de hombres peludos. Hay quien los relaciona con los gorilas). Himilcón remontó la península ibérica, supuestamente guiado por la legendaria civilización Tartessa, hasta llegar al norte de Francia y a las Islas Británicas. Su narración este repleta de monstruos marinos y demonios, seguramente inventados para desanimar a otros exploradores (y asegurarse así el monopolio sobre la ruta marítima).


Volviendo al tema de Ulises: los expertos llevan mucho tiempo intentando relacionar los lugares de la Odisea con las posibles localizaciones reales. Se ha discutido sobre si los monstruos Escila y Caribdis se refieren al traicionero estrecho de Mesina, entre Sicilia y Italia. Teorías mas ambiciosas sitúan a Ulises en Alemania, Irlanda o Islandia, pero disponen de pocas pruebas y sólo algunos argumentos a su favor. Personalmente no les doy demasiada credibilidad.


Supuestamente más fácil sería situar el lugar de la isla natal de Ulises, Ítaca, en la isla que actualmente lleva ese nombre. Antiguamente algunos expertos buscaron otras posibles localizaciones, quizás más cerca de Sicilia e Italia (la actual Ítaca está al Oeste de Grecia). Pero un descubrimiento reciente parece aclarar definitivamente la duda: en su regreso a Ítaca, Ulises escondió 13 trípodes en una cueva. En 1931 fueron encontrados 13 trípodes fechados en la misma época que la obra de Homero, el siglo VIII a.C. Esos trípodes no pueden ser los de Ulises (la obra de Homero se refiere a hechos situados mucho tiempo atrás, no en la misma época), pero quizás sí son una ofrenda en su honor, o, para algunos, una estratagema de Homero para dar credibilidad a su relato.


Lleguen a donde lleguen estas investigaciones está claro que las dos obras de Homero son mucho más de mera ficción. Tras más de 2.500 años la leyenda de Troya y de Ulises siguen más vivas que nunca. Las odiseas, los caballos de Troya y los troyanos han quedado firmemente anclados en nuestro lenguaje. Sin duda, las aventuras del héroe homérico han iluminado, y seguirán iluminando, la extraña y variable historia de la civilización que tanto ha heredado de ellos.