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La invasión de Lustria

Iniciado por inpardos, 21 mar 2020, 20:19

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inpardos

CitarLa Cámara de las Estrellas había permanecido en silencio durante decenios. El mago sacerdote Slann Itza-kha Mundi en estado meditabundo, influido por el humo de loto de la jungla quemado en los incensarios, tenía un sueño intranquilo que le hacía murmurar, lo cual era todo un acontecimiento entre la cohorte de sacerdotes eslizón que solía atenderle normalmente.

"Humo negro, hierro ardiente" alcanzaron a oír los sacerdotes. El resto se perdió en un galimatías del que no sacarían nada en limpio. Inmediatamente se convocaron los consejos de Altos Sacerdotes sirvientes para poder descifrar la sagrada profecía que había desvelado el Slann.

Durante días se debatió sobre el significado de sus palabras, podían entender que el "humo negro" no presagiaba nada nuevo pero nadie alcanzaba a entender qué podría significar eso de "hierro" que había mencionado. Se decidió estudiar las sagradas tablillas que los Dioses habían otorgado como guía, ofreciendo unos sacrificios rituales en los altares preparados para tal fin.

Por último, Xla-tehe, mago eslizón, convocó en templo de Itzl a Huini Hua Qu, bravo al mando de un pequeño ala de terradones, encargado de las patrullas defensivas de larga distancia por la jungla que rodeaba la ciudad templo.

Huini Hua tenía una misión bastante complicada, cada vez que salía de la ciudad se alejaba durante días a centenares de kilómetros en su fiel terradón para patrullar las junglas y pantanos de los alrededores. En esta ocasión le habían ordenado partir al día siguiente para hacer un barrido por las costas del territorio.

Al amanecer, con los kroxigores lanzando sus guturales cánticos de alabanza al dios Xokha en la jungla cercana, partió con su fiel terradón "Hua Itza" y su pequeña ala de exploración. Durante un par de semanas no hubo ningún avistamiento digno de mención. Huini Hua no dudaba de la veracidad de las profecías del Mago Sacerdote Slann, simplemente creía que no era la época correcta, ya había pasado anteriormente, confundir alguna de las posiciones estelares y equivocarse de fecha por un par de cientos de años...


Mientras tanto en la ciudad ya estaban convocando las huestes para la guerra, al mando de la avanzadilla iría Quachic, saurio escamadura de confianza que había demostrado ser un bastión en anteriores escaramuzas con esos sucios Xa'kota subterráneos.

Quachic agarraba fuertemente su escudo blindado hecho con el caparazón de una tortuga mordedora, de hecho aún poseía sus características escamas de obsidiana afiladas hasta el punto de desgarrar la carne como si fuera simplemente papel. Con un sencillo gesto de su cráneo las primeras cohortes de eslizones comenzaron a salir de la ciudad templo, seguidas a continuación por una falange de guerreros saurios que formarían el núcleo de la vanguardia. De momento sólo sabían que debían dirigirse a la costa, esperaban ir recibiendo informes de los exploradores en terradón según pasaban las horas.


Huini Hua Qu descansaba acuclillado en las ramas de uno de los más altos árboles que estaban en la línea de costa, con un experto movimiento de lengua cazó una gruesa polilla Hitzi que volaba alrededor, el sol empezaba a ponerse ya a sus espaldas mientras oteaba el inmenso mar, se encontraba en la Playa de las Espadas, el punto de desembarco que él creía más fácil de toda la costa de Lustria. De repente su fiel terradón dio un suave graznido de advertencia.

Huini Hua se irguió inmediatamente, avanzando la postura, jugando con el equilibrio de su cuerpo en la rama, allí... A lo lejos... Empezó a distinguir un punto blanco, al de unos minutos asomaron más puntitos blancos, parpadeó con sus párpados dobles y, tras dar silbante ruido, saltó al vacío para justo caer sobre su montura e internarse directamente mar adentro, alzando el vuelo hasta casi parecer un punto en lo alto del cielo, donde su vista le ayudaría a distinguir qué se aproximaba sin ser divisado.

El viento soplaba en sus oídos, las plumas decorativas de su indumentaria se movían haciendo su característico ruido ideado para infundir el pánico a sus enemigos, volando entre las nubes alcanzó a ver unos grandes barcos construidos en madera con predominantes colores negros y rojos en sus divisas, muchos de los seres que había en ellos portaban unos enormes bastones de madera con una barra de metal negro incrustada en ellos, aunque un barco en especial llamó su atención al observar cómo varios de sus pasajeros se dedicaban a golpearse a sí mismos o mutuamente con unos flagelos en la espalda, recitando cánticos u oraciones, no lo alcanzaba a distinguir.

"Estos no están cuerdos"- razonó para sí mismo Huini Hua, pero con la información necesaria recopilada decidió volver ya a informar y preparar el plan para expulsarlos de sus tierras.



continuará

Con este relato damos inicio a una campaña entre dos jugadores donde las tropas del Imperio tratan de lanzarse a la conquista de Lustria, mientras que las tropas de una ciudad templo, de momento desconocida, tratará de expulsarlos.

Es una campaña abierta donde no tenemos pensado seguir ninguna trama principal, simplemente enlazaremos partidas dando un trasfondo y unas misiones ideadas para tal ocasión en función de cómo hayan resultado las partidas anteriores.

Es una campaña en escalada, lo que quiere decir es que cada vez que se enfrenten los bandos los puntos en juego serán mayores, esto lo hacemos con intención de ir pintando poco a poco los ejércitos hasta alcanzar, como mínimo, los 1500 puntos de juego pintados (creo que mi rival ya puede poner los 2000 puntos pintados, pero se apiada de mí xD). Para ello usaremos como guía la campaña que publicó GW de "Devastación Invernal" donde un héroe de hasta 150 puntos y 750 puntos de tropa se enfrentaban entre sus rivales e iban subiendo de nivel y experiencia, ganando nuevos objetos mágicos o mejoras en su perfil, con una ambientación muy rolera (a nivel 3 se te permite dar un sobrenombre a tu héroe).

Entre otras cosas también usaremos la campaña de la invasión de Lustria, pero adaptada a nuestras necesidades momentáneas.

De momento las dos primeras partidas serán tal cual he comentado, un héroe (en mi caso Quachic, saurio escamadura) y 750 puntos de tropa entre básicas, especiales y singulares, que estoy terminando de pintar en estos meses.

Jugaremos la misión de "¡Abandonad mis tierras!" del suplemento "Lustria - la conquista del nuevo mundo" donde una pequeña fuerza expedicionaria desembarca en las playas. El tablero se divide en 3 zonas (zonas de despliegue del defensor (jungla) y atacante (terreno abierto) y tierra de nadie (sotobosque)) y al final de la partida se suman puntos de victoria por dónde acaban las unidades, teniendo en cuenta que sumas más puntos de victoria por tener tropas en terreno enemigo.

Pienso ir actualizando esto a medio de "blog", al menos es mi intención, como diario de pintado de unidades, relatos e informes de batalla, también iré posteando todo lo que me pase mi rival.

Y... eso es todo. Alea iacta est! que diría aquel. ¡Iremos viendo!


Gorgoroth

Muy muy muy buena pinta!! Que ganas de leer más avances!!!

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erikelrojo

Pues si, la ambientacion os ha quedado estupenda! Y como vais a jugar las partidas sin salir de casa?

inpardos

Pues me temo que de momento lo único que podemos hacer es avanzar en la fase de pintado, lo cual, por cierto, no me viene nada mal xD

Tulark


Abrasapuentes

Eso, eso, ve subiendo fotos de todos los avances que haces. Y no dejes de continuar expandiendo el trasfondo de tu ejército.


Enviado desde mi iPhone utilizando Tapatalk

inpardos

A ver si termino la última tanda, pinto a Quachic y mi compañero me pasa su parte del relato.

Os iré informando.

inpardos

Siguiente capítulo de la narración, presentación Imperial:

El Sturmjäger destacaba entre los demás navíos con sus ominosas velas negras hinchadas al viento y su aterrador mascarón de proa, que representaba un gran cráneo plateado con llamas en las cuencas de los ojos. Su capitán, un imponente hombre de gran estatura y barba roja como las entrañas de una forja, ladraba órdenes que eran obedecidas sin rechistar.

—¡Todas las manos en cubierta! ¡Arriad las velas! ¡Preparad las anclas de proa y popa!

A su lado, un ogro con cara de pocos amigos aportaba su granito de arena.

—¡Ya habéis oído al capitán! ¡Al que pille holgazaneando le cortaré un brazo y se lo daré de cena!

El Capitán Hermann Heisenskull observó satisfecho como sus instrucciones se extendían a lo largo y ancho de toda la flota, que no era tan numerosa como debería ser. Calculaba que faltaba al menos un tercio de la misma, desaparecida durante alguna de las numerosas tormentas que se encontraron en su travesía al continente perdido de Lustria. Maldijo una vez más a Josef Gismund, que estaba al mando de los navíos perdidos. Los magos no son de fiar. Con él estaban las tropas de élite de Averland que había conseguido reunir para su expedición. Una pérdida irremplazable.

Apoyó ambas manos en la regala y observó el paisaje costero. Una larga playa de arena que se extendía más allá de donde alcanzaba la vista, que les proporcionaría el lugar perfecto para desembarcar y tras ella, una densa jungla que se perdía en el horizonte.

—¡Kagrok!
—Capitán.
—Quiero hombres en esa playa cuanto antes. Y que los exploradores se dirijan al interior en busca de agua fresca y potenciales peligros —ordenó.

En el otro extremo de la flota, mientras tanto, el sacerdote Adolf Theudemar parecía tener sus propios planes. Sin esperar a arriar los botes, él y sus acólitos comenzaron a echar al agua a patadas a una multitud de hombres que aullaban proféticas amenazas de condena y destrucción. Muchos se ahogaron de inmediato, pero la mayoría consiguió llegara duras penas hasta la orilla.

Apenas una hora después, la flota se encontraba anclada a lo largo de la playa, a una distancia segura, mientras los botes iban y venían con hombres y bártulos. La frenética actividad se vio momentáneamente interrumpida por un grito.

—¡Arriba! ¡Hay una criatura que nos sobrevuela! —señaló un marinero raso.

Sin perder un segundo, el Capitán Heisenskull adaptó sus planes de desembarco.

—Todos los botes de vuelta a los navíos. ¡Quiero que desembarquen de inmediato a los Espadas Negras de Nuln, los Caballeros del Grifo y los Jungespulver!

Su momento había llegado. Tras arduos meses recorriendo las provincias del Imperio buscando Condes Electores que financiaran su expedición, sus sueños de fama y fortuna estaban a punto de hacerse realidad. Palpó instintivamente el mapa de piel que tenía a su costado. Pronto...

—Y que traigan otro bote para mí y los Tumultuosos. Quiero pisar la tierra que voy a conquistar.


Continuará.