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Ejércitos de la Guerra Civil Catalana [Rebeldes Remensas]

Iniciado por Bifrons, 25 jun 2018, 21:19

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FJ

Súper chulas
No probaste a pintar algo más surtido el color de las cabezas?
Y no te animas con mas tripulación, así como un capitán, el tío del tambor??
Cuando dices protecciones laterales, que llevaban, escudos???

chema1986


Bifrons

¡Gracias!

Cita de: FJ en 06 nov 2020, 03:40
Súper chulas
No probaste a pintar algo más surtido el color de las cabezas?
Y no te animas con mas tripulación, así como un capitán, el tío del tambor??
Cuando dices protecciones laterales, que llevaban, escudos???

Probé lo de las cabezas, pero a esa distancia (piensa que las fotos están ampliadas) no se nota ninguna diferencia. Además, en esa época la mayoría de remeros eran reos comunes, por lo que habría relativamente pocos esclavos norteafricanos. En cuanto a la demás tripulación, tambor, capitán, etc., no lo descarto en el futuro. Son cosas que siempre se pueden añadir.

Las pinturas de la época muestran galeras con ristras de escudos laterales para proteger a los remeros. Esas ristras, poco después, se sustituirían por simples construcciones de madera, en algunas ocasiones con aspilleras para que los ballesteros pudieran disparar. Me gustaría meter ristras de escudos, pero a esa escala es difícil, así que al final opté por las protecciones de madera, que dan el pego pero son un poco anacrónicas para la época, motivo por el cual no las he puesto en todas las galeras, solo en las galeras pesadas.

Bifrons

La casa de Urrea tuvo la visión, o la suerte, de apostar por el caballo ganador en el Compromiso de Caspe. El trato dispensado por la nueva dinastía Trastámara situó a este linaje como el más influyente del Reino de Aragón, y a sus miembros entre los candidatos a los cargos más deseados de la Corona. Fue así como Pedro Ximénez de Urrea, nieto del Justicia de Aragón, hijo de lugarteniente de Valencia, hermano del virrey de Sicilia, allegado y discípulo del arzobispo de Tarragona, fue nombrado sucesor de este último a su muerte, en 1445. Al año siguiente, como máximo representante de la Iglesia en el Principado, fue nombrado diputado del brazo eclesiástico y, por lo tanto, presidente del General de Cataluña. Tendría apenas 35 años, y nunca había sido obispo, por lo que el ascenso fue poco menos que fulgurante.



Pero Pedro de Urrea nunca destacó como religioso. Aunque destinado al servicio de Dios por razón de su nacimiento, siempre tuvo inclinaciones...impropias, dirían algunos, de una autoridad eclesiástica. Lo suyo no era la teología, ni cuidar del rebaño, ni, aún menos, la política vaticana que tan absortos tenía a otros grandes eclesiásticos de la Corona de Aragón, como el obispo Joan Margarit o el famoso cardenal Rodrigo Borja. Mostrando una clara inclinación por las armas, se dedicó a la lucha contra el turco y capitaneó una escuadra de galeras por el Mediterráneo Oriental. Acusado de no distinguir entre naves turcas y cristianas, sospechoso de practicar la piratería bajo el estandarte papal, fue invitado a volver a Tarragona.

Afortunadamente para él, poco después empezaba la guerra civil en Cataluña. El arzobispo, gran señor feudal del Campo de Tarragona, había pasado los años anteriores luchando contra las pretensiones de los payeses de remensa y, en 1461, se había unido (como tantos otros) a la revolución y había encabezado la embajada enviada ante Juan II para exigir la liberación del Príncipe de Viana. Pero llegado el momento de la verdad, se pasó sin reparos al bando realista, haciendo honor a la vieja alianza de los Urrea y los reyes Trastámaras.



Como puede intuirse, Pedro de Urrea no pasó la guerra en palacio. Sus vasallos se habían rebelado y la sede de su  arzobispado estaba en manos del General. Juan II necesitaba poner el pie en Tarragona y el arzobispo se convertiría allí en su principal activo. A la cabeza de un pequeño ejército cuyo mando compartía con el bastardo de Juan II, Alfonso de Aragón, atravesó Lleida para alcanzar el condado de Prades, donde se reunió con el conde Joan de Cardona. Allí, los tres divisaron un plan para tomar Tarragona mientras el rey y su yerno, Gastón de Foix, se acercaban por el norte tras renunciar al sitio de Barcelona.

Tras la caída de la vieja capital de César Augusto, Juan II volvió a poniente con sus tropas, dejando a Pedro de Urrea la pacificación del Campo de Tarragona, tarea a la que el arzobispo se entregó sin reparos. La sede arzobispal había sido perdonada tras oponer una meritoria resistencia, en parte por conveniencia, en parte por expreso deseo de Juan II de no provocar la ira del país con el saqueo de una de sus principales ciudades. Pero otras poblaciones menores no recibieron tal clemencia. Entre ellas, la ciudad de Alcover, propiedad del arzobispo, se llevó la peor parte. Asediada por Pedro de Urrea, fue tomada al asalto, saqueada y quemada. Todos los miembros del concejo municipal fueron ejecutados, así como cualquier foráneo que se encontrara en la ciudad en el momento de su caída. Los excesos del bando realista, aunque con menor envergadura, se repitieron en otras ciudades de la zona. Las tropas de Reus, Valls y otras ciudades rebeldes fueron derrotadas en una batalla en Santa Coloma de Queralt, y las numerosas víctimas provocadas por las tropas del arzobispo acabaron con el espíritu de resistencia de una población que todavía no tenía claro en qué bando militar. El Campo de Tarragona permanecería en manos de Juan II durante el resto de la guerra.



Aquella no fue la última vez que Pedro de Urrea se ciñó la armadura. Pasó gran parte de la guerra al lado del rey, participando en la batalla de Calaf y en varias campañas en el norte. Tras la guerra, luchó contra los franceses en el Rosellón y fue canciller real hasta la muerte de Juan II. En 1505, cuando llevaba ya 16 años en la tumba, Bernat de Requesens, gran prior del Hospital en Cataluña, acusó a la monja Margarida de Urrea de ser hija del arzobispo, no sobrina como esta afirmaba, y de haber mantenido con él relaciones incestuosas. La acusación quedó en nada, pero sirve para dejar claro que, a pesar de sus títulos y honores, Pedro de Urrea no era precisamente el más santo de los hombres.

Abrasapuentes

No logro decidir qué me gusta más, si la nueva base que has puesto, o cómo nos cuentas quién era este buen hombre.

Una entrada muy buena, como nos tienes acostumbrado


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Lord Borjado

Lo de este hilo es impresionante. Creo que pocas veces.(o.quizá ninguna) he visto un semejante esfuerzo de pintado, investigación y, sobre todo, divulgación para los que no conocemos la época...vuelvo a quitarme el sombrero una vez más!

LeberechtReinhold

Es una maravilla entrar en tu hilo, ya no sólo las minis, si no porque siempre pones un montón de información interesante. Tus aportaciones son de lo mejor del foro :ss

Bifrons

Muchas gracias por los comentarios. Mi intención es pintar un par de unidades a continuación, porque ya hace tiempo que solo hago personajes (y, bueno, la flota). Pero tengo que superar la barrera psicológica de meterme en un proyecto de 16 miniaturas (o peor aún, caballería) cuando tengo otros más pequeños y apetecibles.

En fin, seguiremos informando.

koniev

no te desanimes. Si no acabas este proyecto nos dejas huerfanos.
De todas formas nada como un cambio de tercio para desconectar un poco, te pintas un par de bandas de Necromunda y vuelves a esto, nada peor para un proyecto que rallarse y hacerlo por compromiso.

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Igcaspe

Cita de: Bifrons en 08 dic 2020, 23:22
...Compromiso de Caspe...

Gran evento jejejeje

Nunca es malo salir a tomar el aire un tiempo de un proyecto para volver a cogerlo más adelante con fuerzas renovadas. Seguro que en unas semanas lo ves y te pica el gusanillo de continuar con él :D

Bifrons

Pues nada, volvamos al lío que ya toca. No sé con qué frecuencia, porque se me han acumulado muchos proyectos, pero todo es empezar. O re-empezar. En cualquier caso, perdonad el muro de texto, sobre esta gente hay bastante que decir.

Cuando inicié este proyecto colgué una entrada sobre los campesinos remensas y su rebelión contra la nobleza catalana. De una primera lectura de las (en ese momento más bien escasas) fuentes me pareció que su rol en la guerra, militarmente hablando, fue más bien reducido, por lo que los convertí en una unidad de hostigadores, Almogavar-style. Incluso utilicé miniaturas de Agincourt 1415-1429 de Perry, para representar su relativa pobreza (dado que eran campesinos) y el empleo de armaduras y armamento anticuado.

Pues bien, todos nos equivocamos y con el tiempo he ido viendo que de pobres hostigadores no tenían nada. Es cierto que los remensas fueron esencialmente una fuerza de guerrilleros, especialmente activos en la región conocida como La Montaña (región que hoy se correspondería con la sierra del Montseny, y partes de las comarcas de Osona, la Garrotxa y el Gironès, una región de bosques espesos y accidentes geográficos). Pero ese término, "guerrilla", es aplicable la vasta mayoría de las acciones militares de la Guerra Civil Catalana (y, en realidad, de cualquier conflicto medieval) si excluimos los asedios, por lo que no tiene mucho sentido llevarlo al extremo de convertir los remensas en almogávares.

La mayoría de estas acciones consistieron generalmente en fuerzas de pocos cientos de hombres al mando de un capitán, que atacaban y rendían (a menudo por sorpresa y prácticamente sin víctimas o destrozos) pueblos y castillos desguarnecidos o desprotegidos, no con la intención de conservarlos a largo plazo, sino con el objetivo de impedir los planes del enemigo y obligarlo a destinar esfuerzos a recuperar el territorio perdido. En gran parte, eso era posible debido a la elevada porosidad del frente, un elemento propio de la guerra medieval y especialmente de una guerra civil en la que no eran raros los cambios de bando en función de la dirección en la que soplaba el viento.

La diferencia es que los remensas siempre fueron particularmente eficaces en este tipo de operaciones, cosa que se explica por dos motivos: en primer lugar, por el carácter semipermanente de las fuerzas remensas, que se componían casi exclusivamente de nativos de la región en la que operaban, que además contaban con la motivación adicional de estar luchando por sus derechos y por la defensa de sus hogares. Aunque se organizaron rotaciones entre los hombres, las tropas remensas no se fundían por arte de magia una vez finalizaban sus contratos, lo que los hacía infinitamente más fiables que las levas o soldados profesionales y permitía a sus oficiales planear campañas de larga duración.

En segundo lugar, los remensas se beneficiaron del liderazgo inspirador de una de las figuras más carismáticas de la época, el caballero Francesc de Verntallat, miembro de la baja nobleza y casado con una remensa. El papel de Verntallat al frente de los campesinos fue tan notorio que la Diputación se refería a las tropas remensas como "Verntallats", y Juan II llegaría a recompensar sus servicios a la corona (que incluían haber acudido a la defensa de la reina y el infante Fernando en Girona) nombrándole vizconde. El liderazgo de Verntallat fue reforzado con el de diversos capitanes, la mayoría de ellos remensas y familiares suyos, aunque también con capitanes reales, como Pere Desbach o el caballero gerundense Gabriel de Xammar. Aunque la relación de estos y sus tropas con Verntallat y los remensas no siempre fue cordial, en general lograron un grado de cooperación que, combinado con el conocimiento del terreno de los remensas y los medios del ejército realista, permitió mantener la Montaña bajo control de la corona durante toda la guerra. Ni siquiera la conquista de Girona en 1468 por Jean de Lorraine y el total aislamiento de los remensas durante año y medio fue suficiente para expulsarles.

De todo esto, deducimos que los remensas eran una fuerza bien organizada, equipada y liderada, cuyo rol fue esencial para el rey Juan. No solo eso, sino que su equipamiento no difería mucho del empleado por las tropas "regulares": luchaban principalmente con lanzas, escudos, armas de hasta y ballesta, y sabemos que disponían de caballería, porque el rey les enviaba regularmente caballos. Las fuentes incluso hablan de artillería, y de su empleo para rendir ciudades amuralladas, por lo que reducir su participación al hostigamiento de la retaguardia y líneas de suministro parece poco acertado.




Mi error inicial viene del hecho que el término "campesinos medievales" suele conjurar una imagen muy concreta, y nada favorecedora, de lo que era un campesino en la Edad Media. Imagen que, como insisten muchos historiadores, no coincide en absoluto con la realidad, y menos a finales del siglo XV. La principal reivindicación de los remensas no era económica, sino de derechos.  Concretamente, del derecho de desplazarse a otras tierras donde les pagaran más o disponer como quisieran de las suyas, al plural, porque muchos campesinos de remensa eran relativamente ricos y se situaban (no todos, obviamente, pero una parte sustancial) en lo que podríamos llamar una clase media del campo medieval. Resulta que cuando la peste negra elimina a dos terceras partes de tu familia y en la línea sucesoria solo quedas tú, puedes llegar a salir de la pobreza con relativa facilidad a base de acumular herencias. Especialmente si luego contraes matrimonio con una familia en una situación similar.

No solo eso, sino que entre los partidarios de los remensas había numerosos miembros de la baja nobleza como Verntallat, cuyas vidas tenían mucho más en común con las de los campesinos que con las de los grandes barones y que, a menudo estaban emparentados con familias remensas. El propio Verntallat había contraído matrimonio en 1446 con Joana Noguer, perteneciente a una familia de remensas acomodados.

Por lo tanto, al representar a los remensas como rudos montañeses que se paseaban entre bosques lanzando jabalinas y comiendo raíces estaba cuanto menos equivocado, y aquí me propongo rectificar el error.



He optado, pues, por representarlos como una unidad de infantería media (he usado miniaturas con poca armadura, dado que no son tropas profesionales o mercenarios) liderada por caballeros "pobres", con armadura algo más ligera que el típico arnés blanco. Mi intención es usarlos tanto para representar a los remensas como, de forma más genérica, a las tropas del Sacramental, el nombre que recibía el somatén a mediados del siglo XV (que obviamente tendré que diferenciar en el juego a base de reglas especiales, porque, a diferencia de los remensas, los sacramentales eran lo peor de lo peor). Llevan banderas con simbología religiosa, muy comunes entre milicias y tropas de baja extracción. Aquí me dejado influir tanto por los estandartes de los Husitas checos y por un par de fuentes que afirman que los remensas usaban banderas negras. No tengo claro que sea el caso (es poco probable que queden fuentes de la época que confirmen algo así), pero queda bien.




¿Y qué fue de los remensas y sus legítimas aspiraciones? Pues bien, dado que en 1472 Juan II tenía al rey de Francia amenazándole por el norte y a su hijo preparando una guerra civil en Castilla, y que la estabilidad en Cataluña era más importante que los principios, el rey de Aragón, tras diez años de guerra, firmó la paz con la Diputación y otorgó una amnistía general a sus otrora enemigos. Lo que, en esencia, fue un reset en toda regla, volviendo al status quo de antes de la guerra civil. Eso implicó que los remensas, que habían luchado durante años con la esperanza de ver reconocidos sus derechos y abolidos los malos usos, tuvieron que contentarse con las migas en nombre de los intereses de la corona. El rey hizo algunas concesiones para compensarles su apoyo, como ceder el valle de Hostoles a Verntallat con jurisdicción propia para hacer lo que le placiera, y ciertamente, Hostoles se convirtió en un refugio para los payeses de remensa. Pero más allá del valle, las cosas siguieron igual. Huelga decir que los campesinos, en general, lo encajaron bastante mal.

A la rebelión de Verntallat se la conoce hoy como Primera Guerra Remensa, por lo que sin duda podéis intuir hacia dónde fueron las cosas. Ya muerto Juan II y con Fernando en el trono, en 1484 estalló la Segunda Guerra Remensa en Cataluña. La rebelión se inició en el norte, bajo el liderazgo del radical Pere Joan Sala, que había sido uno de los lugartenientes de Verntallat. El alzamiento fue eventualmente aplastado y Sala fue capturado y ejecutado en 1485. Sin embargo, Fernando II, que necesitaba urgentemente la paz en Cataluña y los apoyos de sus instituciones para la guerra contra Granada, decidió poner fin al asunto. Reunió a los representantes de los remensas y de la Diputación en Guadalupe, Extremadura, y de aquella reunión salió la Sentencia Arbitral de Guadalupe. Es uno de los documentos más significativos de su reinado, puesto que conllevó la práctica abolición de la servidumbre en Cataluña, y constituye un ejemplo más de la habilidad política del Rey Católico.

Hoy en día existe el debate sobre si la de los remensas fue una de las primeras (y de las pocas) rebeliones campesinas exitosas de la historia europea. Si bien se logró la abolición de los malos usos y la libertad de movimiento de los payeses (que ya es bastante más de lo que lograron los otros movimientos campesinos), sus logros quedaron bastante lejos de los objetivos maximalistas de sus protagonistas. Estos incluían, entre otros, la supresión del feudalismo y el repartimiento de la tierra, algo que no llegaría, tarde, mal y a rastras, hasta mediados del siglo XIX.

Y luego, claro, está el hecho que, técnicamente, la rebelión de Verntallat quedó en nada y la de Sala fue aplastada. Los logros de los remensas fueron más el producto de la buena organización y constancia de los síndicos remensas que de la fuerza de las armas. Al final la cosa se decidió con una negociación basada en argumentos políticos y jurídicos, que podríamos resumir en las sabias palabras de Fernando II en una carta al síndico Ferrer: "Como por justicia escrita las cosas así inveteradas tienen difícil terminación, las partes han de ser conducidas al compromiso ante el príncipe y señor de la tierra". He aquí, quizás, una lección para la historia.

koniev

que bien que has retomado,y de nuevo algo de lo que no tenia ni idea de su existencia, gracias por este proyecto, uno de los mejores sino el mejor de todo el foro, por la mezcla de pintura e historia.

Yo también imaginaba que los campesinos serian algo pobre y desorganizado, pero tiene lógica que siendo gente que lucha por unos derechos y no solo por saquear y subsistir estuvieran mejor equipados y dirigidos, a la par de tropas mas regulares, que a fin de cuentas también eran campesinado en general.
Que al final casi todas,sino todas las revoluciones son aplastadas o traicionadas es una constante de la historia, y años después gente que no ha arriesgado nada consigue los avances, y el merito por ello, de formas mas torticeras y habitualmente sobre los cimientos que se pusieron con la sangre de otros olvidados.

Muy buen trabajo de pintura. No se cuanto te queda para cerrar este proyecto, cuando lo hagas avisa, sigo con mi idea de recopilarlo para tenerlo en un solo documento ilustrado, es una maravilla, de verdad, enhorabuena

Caballero Andante

Bifrons, gracias.

Además de ilustrarnos sobre un conflicto poco conocido, nos has convencido con tus argumentos sobre la verdadera posición socioeconómica de los remensas. Son, a fin de cuentas, una muestra más de los nuevos aires que acabarían, finalmente, con el Medievo; Prerrenacimiento en estado puro.

Asimismo, también parece una buena solución el estilo que has escogido para los estandartes.

Quedamos a la espera de la próxima actualización. Da gusto aprender deleitándose.

:ss

strategos

Me quiero sumar una vez más a las felicitaciones. Creo que aquí reúnes las dos cosas más bonitas para mí de este hobby que son la investigación y la representación en base a dicha investigación. Habrá quien se pregunte que para pintar unas miniaturas no hace falta dar tanta vuelta pero creo que lo bonito es precisamente leer, formarse una idea y ser capaz de llevarla a la realidad. Y en este post lo logras a la perfección. Hoy he aprendido algo nuevo y así da gusto.

LeberechtReinhold

Este proyecto es una de las joyas del foro y una de las razones por las que ojalá perdure durante muchas décadas. Un magnífico baúl de información y las miniaturas lucen muchísimo.

Sobre el tema de los campesinos y las jabalinas, yo creo que eso es una de los estereotipos que vienen de hace mucho y han ido calando en los wargames desde el principio de los tiempos, que solían juntar todo el medievo en el mismo saco y normalmente hacían que todas las unidades medievales que no eran específicamente soldados se convirtieran en congregaciones olímpicas de tiro con jabalina...