Colabora


+ Info

Avisos del Staff

Para cualquier problema para iniciar sesión, registraros, recuperar contraseñas, etc... Contactar a este mail.

avatar_Crom

Historia de un asesino imperial

Iniciado por Crom, 16 May 2009, 01:56

0 Miembros y 1 Visitante están viendo este tema.

Crom

Bueno, aquí os dejo con un pequeño relato, con el que inauguro el trasfondo de un personaje que voy a usar en una futura partida de Dark Heresy.




El oficial arbites le entregó la placa de datos al inquisidor. Éste deslizó el sello sobre la pantalla, que parpadeó brevemente hasta mostrar unas cifras. El inquisidor esbozó media sonrisa y le preguntó al oficial:
- ¿Estos datos son correctos?
- Así es, señor. – asintió el oficial. – Aunque tal vez habría que añadir nuevos números, señor. Antes de que pudiésemos capturarlo, se las ingenió para incapacitar a 3 de mis mejores hombres.
- No está mal. - Le devolvió la placa al arbites - Quiero hablar con él. Ahora.
- ¿Cree que es necesario, señor? – el oficial torció el gesto – Es un tipo peligroso, señor. Y está claro que es culpable. Aunque no veo qué tiene que ver la inquisición en este caso, señor. – El arbites dedujo que había llegado demasiado lejos al ver el ceño fruncido del inquisidor y sin esperar la reprimenda introdujo la clave alfanumérica que abría la puerta de la celda. Después, agachó la cabeza y dio un paso atrás, para franquear el paso al inquisidor.

En el interior de la celda, sentado en el suelo, había un hombre de unos 25 o 30 años. Su tez era oscura, lo que denotaba su procedencia de las colonias más meridionales del planeta. Era atlético y llevaba el pelo corto, al estilo militar. Su oreja izquierda estaba adornada con un pequeño arete de oro, o de algún metal similar. El inquisidor clavó su mirada en los ojos verdes del prisionero, que aguantó estoicamente la mirada.

- Levántate. – El inquisidor acompañó la orden de un leve impulso psíquico, para poner a prueba al prisionero. El hombre se levantó antes de que se diese cuenta que lo estaba haciendo – Mi nombre es Athellus Zarkov, Inquisidor. – Una sombra de preocupación recorrió el rostro del prisionero – He venido a interrogarte. Tu nombre es Lion'el Silvanus, ¿verdad? – El prisionero asintió con un leve gesto de la cabeza. Zarkov restalló – Contesta cuando se te hable, muchacho.
- Sí, señor – la voz del prisionero era rasposa, posiblemente por la privación de líquido durante varias horas.
- 12 hombres abatidos. 3 arbites incapacitados. ¿Son correctos estos datos?
- No, señor. – el inquisidor esperó que el prisionero negase los cargos, pero se equivocaba. – Han sido 25 hombres abatidos, señor. En cuanto a los arbites... ellos dispararon primero... - el inquisidor volvió a sonreír. Después dio un paso hacia el prisionero.
- ¿Por qué haces lo que haces?
- Porque es lo único que sé hacer... y porque lo hago bien.


Diez años atrás...

El viejo camión traqueteaba lentamente por la polvorienta carretera, mientras el joven que se sentaba tras los mandos tarareaba una vieja canción de cuna que solía cantarle su madre cuando él era pequeño.
Casi no prestaba atención a lo que hacía, pues había recorrido esa misma ruta infinidad de veces en los últimos años, al principio sentado al lado de su padre, y ahora, desde que el viejo ya casi no tenía fuerzas para aguantar doce horas seguidas en la fábrica solamente acompañado por el runrún del motor.
De pronto dejó de cantar y redujo la velocidad del camión. Sabía que algo iba mal. A estas alturas del camino ya debería poder ver la luz del porche de la casa, bajo la cual su padre se sentaba cada noche a fumarse su último cigarrillo de Lho, mientras esperaba que su hijo llegase a casa.
Apagó las luces del camión y recorrió los últimos metros tratando de hacer el menor ruido posible, cosa harto difícil, pues aquella tartana chirriaba como un grillo endemoniado. Detuvo el camión y echó mano al viejo rifle de caza que llevaba en la parte de atrás; después se bajó.
Cuando el tipo enorme salió de la casa, estaba preparado. Apoyó rápidamente el rifle en el hombro y exhaló el aire antes de apretar el gatillo, tal y como su abuelo le había enseñado cuando era pequeño. Durante un momento, el tiempo pareció detenerse. Los ojos del tipo se abrieron bruscamente al ver al joven imberbe con un arma apuntándole directamente a la cara.
El disparo rompió el silencio de la noche, seguido del sonido de un cristal destrozado por la bala. Había fallado el tiro.
No tuvo una nueva oportunidad. De dos rápidas zancadas, el furtivo cubrió la distancia que le separaba del joven, y mientras sujetaba al rifle de caza con su mano izquierda descargó su puño sobre la sien del muchacho. El golpe fue como si un martillo le hubiese destrozado la cara. Incapaz de sujetar sus piernas el chico cayó de hinojos mientras un brusco tirón le arrebataba el arma. Mientras estaba arrodillado, el matón descargó su pesada bota en la cara. Sintió cómo los huesos de la nariz se deshacían bajo la piel y después, todo se volvió negro.



Continuará

inpardos

Simplemente impresionante. Casi que me dan ganas de que le pongas reglas para jugar a warhammer 40k.

Crom

Una pequeña actualización. Nada espectacular. ¡Volveré a atraparos, musas esquivas!



Abrió los ojos. Durante un momento creyó que el mundo estallaba a su alrededor en una miríada de luces de colores. Aguantó una arcada y trató de incorporarse. Le costó dos intentos pero al final pudo hacerlo. Se tocó la cara, que le dolía como un demonio. Tenía sangre seca en la nariz, y su pómulo izquierdo estaba hinchado y apenas podía siquiera rozarlo. No sabía cuánto tiempo había permanecido inconsciente, pero seguía siendo de noche. Mareado, se movió hacia la casa. Al entrar, pudo oír que había ruidos en una de las habitaciones. Al parecer, el tipo que le había atacado estaba destrozando el cuarto de su padre. Sintió que el estómago se le revolvía. La bilis se le subió a la garganta y vomitó.
Se secó la saliva con el dorso de la mano y alzó la vista, fruncido el ceño con la determinación que da la desesperación. Entró en la cocina y rebuscó entre los cajones, hasta encontrar un cuchillo. Después se dirigió a la habitación en la que el furtivo estaba desmontando todos los muebles.
Estaba de espaldas. Una buena oportunidad. El tipo era fuerte, pero él tenía que serlo más. Por su padre, por su vida arruinada, por él mismo. Se abalanzó a la carrera con el cuchillo empuñado cerca de su cadera. Puso todas sus energías que le quedaban en la carrera y en apretar el cuchillo contra el cuerpo del furtivo. La hoja afilada se hundió hasta la empuñadura a la altura de los riñones. El ladrón lanzó un rugido y trató de apartarse. El joven sabía que si le daba espacio suficiente, estaría perdido, así que arrancó el cuchillo de los riñones y con un paso lateral lanzó un tajo de arriba abajo, con tanta fortuna que seccionó la yugular del ladrón. El tipo se desplomó en el suelo gorgoteando, mientras sujetaba la herida sangrante con la mano. La sangre salpicó el rostro del muchacho, que volvió a vomitar.



- ¿Te arrepientes? – El inquisidor había soltado las cadenas que aprisionaban al joven y este agitó la cabeza mientras se frotaba las muñecas para reactivar la circulación.
- No. ¿Por qué debería hacerlo? – La mirada del muchacho se endureció – Mató a mi padre. Estaba desvalijando la casa. No era más que un criminal.
- Ya. Pero ahora tú también lo eres. El quid pro quo conlleva ese tipo de cosas.
- ¿Y qué podía haber hecho? La justicia del Imperio es burocrática. Lenta. Y ni mucho menos justa. Tal vez hubiera acabado en la cárcel o fusilado por haber matado a un hombre. A un criminal y asesino.
- Una vez más el destino te devuelve la jugada con ironía. Pues en la cárcel estás... y ahora te enfrentas a una condena aún mayor que la que ni siquiera sabes si te hubiese caído de haberte entregado. – El joven respondió tras una larga carcajada.
- Pero ahora, he vivido. He muerto varias veces. Ya no temo al final. ¿Puedes decir tú lo mismo?

inpardos

Umm no me parece mal el relato, tal vez ¿Demasiado valiente al enfrentarse a un inquisidor? Podrías darle un poco más de acojono, en plan, no sabes a quien te estas enfrentado, con hielo cubriendo las paredes, en plan psiquico, o algo así. ¿Que te parece?

Crom

No tiene miedo a morir. No tiene por qué tenerle miedo a un inquisidor. Principalmente porque nunca se ha enfrentado a uno... y no sabe de qué es capaz. Más adelante... tal vez lo sepa.

inpardos

No es que tenga miedo a morir, el tío ya se ve que es un valiente, pero no deja de ser un inquisidor, puede hacer que QUIERA morir xD. Los inquisidores no son precisamente famosos por la ternura que destilan xD.

Eien

Cita de: Crom en 24 May 2009, 16:33
No tiene miedo a morir. No tiene por qué tenerle miedo a un inquisidor.

La muerte es lo mejor que puedes obtener de un inquisidor!! wuajaja

Uinen

Curioso e interesante relato a ver como continua :D

Crom

Cita de: inpardos en 24 May 2009, 16:37
No es que tenga miedo a morir, el tío ya se ve que es un valiente, pero no deja de ser un inquisidor, puede hacer que QUIERA morir xD. Los inquisidores no son precisamente famosos por la ternura que destilan xD.

Insisto. Él nunca se ha enfrentado a un inquisidor. Ni siquiera sabe que con el que está hablando lo es, aunque tiene sus dudas, pues ya ha dado una pequeña muestra de su poder.
Al inquisidor no le interesa intimidar al prisionero, pues no está ahí para eso, sino para valorar su potencial. Por eso, por el momento, se mantiene calmado y sin violencia :P

inpardos

Bueno, realmente eres tú el que crea la historia y, como tengo plena confianza en tí, se que un bodrio no será. Como diría tu editor: "Tengo plena confianza en ti". xDD

Crom

Uhm... ya sabes... una buena historia para un buen personaje... se ha de ver recompensado con un buen puñado de puntitos de experiencia :P :P