En algún lugar perdido del inmaterium...
   - Gran Maestre Ignatius, espero que comprenda la gravedad de la situación. – dijo el Gran Inquisidor Corvinus.
   - ¿Cuál es la veracidad de la información? – dijo Ignatius, agitando la placa de datos que acababa de leer.
   - Bueno, son las últimas comunicaciones realizadas por el mando general de la flota Tempestus, así que son bastante fiables... Lástima que ya no sean capaces de decirnos nada más.
   - ¿La flota al completo? – preguntó, alzando las cejas con asombro, un gesto realmente raro en su cara.

Sólo un gesto de asentimiento contrariado respondió a la pregunta. Y con razón. Dios Emperador, el gran archienemigo de la humanidad había decidido ponerse en movimiento de nuevo, asolando sistemas planetarios completos y flotas a su paso, sólo sus malditos dioses sabían para qué y porqué. Ignatius sentía como la ira empezaba a arder en su interior, con brasa inextinguible, alimentada por el odio que sentía su orden, y toda la humanidad, contra los traidores que sentaron al Emperador en el bendito Trono.

   - Sabemos que estas labores no suelen estar entre su cometido normal, Maestre, pero dada la, me reitero, gravedad de la situación y dado que no podemos contar con la ayuda sus hermanos Astartes de otras compañías, solicitamos su ayuda. – continuó el inquisidor, abstrayendo a Ignatius de sus pensamientos.
   - Realmente no tenía ni que pedirlo, inquisidor, es necesario abatir a esa escoria inmunda de una vez por todas, mi orden se mostrará ansiosa por enfrentarse a esa flota y exterminarla del universo de una vez por todas. Sin embargo... Reconozco que mi orden está muy repartida a lo largo del imperio y, en este sector, somos muy pocos como para hacer algo de oposición.
   - Dispondrá de los mejores elementos de la Guardia Imperial a su servicio, señor. Sólo lo mejor dentro de lo mejor.
   - No dejan de ser meros granjeros con algo de experiencia en batalla frente a lo que nos vamos a encontrar. Sin embargo, serán bien recibidos.
   - Está bien, Maestre, entonces le dejo que se informe sobre los regimientos disponibles y sobre su efectividad en combate.
   - Gracias, Gran Inquisidor. Con su permiso me retiro a la celda a reunir al cuartel general para comenzar los planes de batalla.

Flota Weiss, Nave de transporte de tropas Aegis, inmaterium.

   - ¡General Covack! – gritó un oficial con las insignias de transmisiones. Venía jadeando, de una larga carrera, al parecer, desde el puente principal de la nave.- Señor, hemos recibido este mensaje por medio astropático para usted.
   - Está bien, chico. Puedes marcharte.- respondió.
Después de releer el mensaje dos veces, empezó a darse cuenta de lo que realmente iba a suceder. "Santo Emperador!! Esta va a ser la batalla más sonada de los últimos 10.000 años, al menos contamos con los Caballeros Grises".

- ¡¡¡Mierda!!! – gritó. - ¡Me cago en la puta! ¡Mike!, ¡Mike!
- Sí, señor.
- Reúne a los hombres. Que los sacerdotes pasen revista a los hombres, los quiero a todos libres de pecados y puros como las bragas de sus hermanas para la noche!
- Sí, señor. – respondió el Cabo Mike sonriendo.
"Mierda", volvió a pensar. "A ver cómo le digo yo a los hombres que se van a enfrentar contra el mil veces odiado Abbadón y que van a morir todos..."