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Capítulo Renegado: Caballeros de la Calavera

Iniciado por Crom, 30 Mar 2010, 14:07

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Crom

Hace tiempo que llevo la intrincada misión de crear un capítulo renegado con una buena y completa historia. Está siendo más difícil de lo que pensaba... Veamos lo que tengo hasta ahora...


Hace 450 años, Artorius era un simple sargento de la 7ª compañía de los Ángeles Oscuros. Durante 50 años, había servido fielmente a su unidad, su compañía y su capítulo, forjándose un nombre entre sus hermanos y ganando prestigio a ojos de su capitán.
Sin embargo, un acontecimiento durante una misión de rutina, cambió su vida y su rumbo radicalmente.
Su unidad se encontraba haciendo una misión en Gardan IV, un planeta que había sufrido un duro ataque por parte de un Waaagh orko. Gracias a la rápida intervención de las fuerzas imperiales, el ataque había sido rechazado con éxito, salvo por un pequeño reducto en el cuarto planeta del sistema. Artorius tenía la misión de localizar y eliminar al caudillo que aglutinaba a su alrededor los pocos restos que quedaban de la invasión. Artorius sabía que la misión no iba a ser fácil, pero sus hombres eran duros veteranos de varias batallas y confiaba en su éxito.
Sin embargo, no estaba preparado para lo que se encontró. Al acercarse al reducto donde según la inteligencia militar se había detectado la presencia del caudillo, una figura imponente destacaba sobre la desolación que rodeaba el lugar. Un enorme demonio surgido de lo más profundo del inmaterium destrozaba los restos del grupo de orkos. Sin dudarlo, Artorius se lanzó al combate, seguido por sus hombres. Una mezcla de desesperanza y valor insensato movía sus actos. El enorme demonio desmembró al último orko, antes de volverse hacia el nuevo enemigo. Su rostro, envuelto en llamas azuladas, pareció sonreír ante la presencia de Artorius. Sus carcajadas resonaban a su alrededor, mientras, implacable, iba destrozando la unidad de Ángeles Oscuros.  Pronto, Artorius se quedó sólo, enfrentado al demonio.
Con un rápido movimiento, el demonio atrapó al marine con su enorme garra y sin esfuerzo aparente, le levantó, acercándole a su desfigurado rostro. Su voz resonó en la cabeza de Artorius, como si el propio demonio estuviese allí.
- Te he estado esperando, Artorius - ¡¡Sabía su nombre!! – Has demostrado ser digno. Ahora, te daré una oportunidad que ninguno de los tuyos tendrá en mucho tiempo. ¡Mátame! Te entrego mi vida... a cambio de la tuya.

El demonio soltó al sargento y abrió los brazos, dejando su pecho al descubierto. Artorius no desaprovechó la ocasión, y lanzó su espada sierra, atravesando al demonio. Durante un momento, el tiempo se detuvo y Artorius pudo ver el brillo en los ojos del demonio. Sus palabras resonaban en la cabeza del Ángel Oscuro, una y otra vez. "A cambio de la tuya... A cambio de la tuya..."  Después, estalló en pedazos, enviando a Artorius a 100 metros. El sargento se hundió en la inconsciencia.



Cuando despertó se encontraba en una cama, rodeado de apotecarios que se encargaban de sus heridas. Al principio se negaron a contestar a sus preguntas, pero poco a poco fue venciendo su reticencia y enterándose que se encontraba en la nave Gloria del Emperador, y que en principio se le consideraba prisionero de la Inquisición.
Artorius apenas era capaz de recordar lo que había sucedido en la superficie de Gardan IV, y salvo pequeños detalles, tenía lagunas que llegaban hasta momentos después de haber aterrizado en el planeta.
Mientras los apotecarios atendían sus heridas, permaneció encerrado en una habitación, aislado del resto de la nave. Durante ese tiempo, no recibió más visitas, y tuvo tiempo de repasar los acontecimientos. Todo estaba oscuro, y no era capaz de recordar nada por más que se esforzase.
Finalmente los apotecarios decidieron que sus heridas estaban sanadas. Por tanto, le dieron permiso para salir de su habitación, pasear libremente por la nave y entrenarse. Sin embargo, el fin del tratamiento físico dio paso a un tratamiento distinto. En el momento en el que Artorius abandonaba por primera vez su habitación, conoció al que era su salvador y captor, el Inquisidor del Ordo Malleus, Golan Randers. 
Golan le explicó cómo había llegado a aquella nave. La Inquisición había detectado un movimiento herético cultista en el planeta Gardan II, y se había ido asentando en los estratos sociales del sistema llegando incluso hasta las altas esferas. La Inquisición había enviado a Golan para averiguar todo lo que pudiese sobre el culto, y actuar en consecuencia. Había sido casualidad que la llegada de los Caballeros Grises coincidiese en tiempo con la de los orkos, y por ende, de los Ángeles Oscuros. El inquisidor había detectado la invocación de un demonio en la superficie del cuarto planeta del sistema, y se había dirigido allí rápidamente. Sin embargo, los Caballeros Grises habían llegado tarde, y se habían encontrado con que el demonio había sido devuelto al inmaterium por un sargento marine de los Ángeles Oscuros, que yacía inconsciente a varios metros de distancia. Golan había decretado que el sargento fuera rescatado e interrogado, por si la presencia demoníaca hubiera infectado al marine.
Durante semanas, Golan y Artorius conversaron largo y tendido, mientras el sargento ultimaba la recuperación. Pronto, Artorius descubrió que salvo el espacio en blanco en su memoria se encontraba perfectamente, tanto física como anímicamente.
Golan sometió a múltiples pruebas a Artorius, pero ninguna de ellas dio resultado alguno. Sin embargo, y ante la incapacidad de recordar el encuentro con el demonio, el Inquisidor no acababa de estar convencido del todo. Finalmente, decidió que Artorius fuera trasladado a las dependencias del Ordo Malleus para descartar definitivamente cualquier indicio de infección.

10 meses después, Artorius regresaba a su capítulo, sin que la Inquisición hubiese podido encontrar nada de lo que acusarle, y era recibido como un héroe por sus hermanos.



Matademonios, le llamaban. A Artorius no le gustaba el mote, pero ni siquiera con el paso de los años, había podido quitarse el epíteto, que le acompañaba a donde quiera que fuera. Tras los acontecimientos de Gardan IV, Artorius se empeñaba en afirmar que no era merecedor de tal honor, y que ni siquiera era capaz de recordar el combate, pero sus hermanos le palmeaban la espalda cuando se encontraba con ellos, hablaban en voz baja a sus espaldas y mantenían el mote, mencionándolo a los novicios que se unían al capítulo.
Cuando el capitán de su compañía cayó en una escaramuza contra los eldar, Artorius fue rápidamente propuesto para ocupar su puesto. Aquello era la gota que colmaba el vaso. El sargento no se creía merecedor de tal honor, y pese a ser uno de los veteranos de la compañía conocía a al menos a dos o tres hermanos tan capaces o más de asumir el puesto.
Indeciso, acudió a Gedeon, el bibliotecario en busca de consejo. Gedeon era el único que no había cambiado su trato con Artorius, y éste le respetaba por su sabiduría. Gedeon le habló de un capítulo sucesor que estaba en pleno proceso de formación, y que agradecerían la presencia de un hombre como Artorius. No obstante, el traslado no sería una mera formalidad y debería ser sancionado tanto por el señor de capítulo como por el bibliotecario mayor.
Artorius no estaba seguro. Por un lado, dudaba de abandonar a los que habían sido sus hermanos durante tanto tiempo, pero por otro lado, era consciente que no podría soportar la presión de un cargo para el que no estaba aún preparado. Como cualquiera, Artorius deseaba poder ser un capitán de compañía, pero cuando pudiese responder de sus actos, y no cuando un hecho aislado hablase por él. Y aquella era una oportunidad para empezar de cero.
Gedeon interpretó la duda en su mirada, y le habló:
- Yo elevaré tu petición al señor del capítulo. No te preocupes, pues tu cometido no se verá comprometido, pues oportunidades no te faltarán para servir al Emperador. – un escalofrío recorrió la espalda de Artorius al oír mencionar al Emperador, aunque él lo achacó a la dureza de la solicitud.

Dos meses después, Gedeon se acercó a Artorius. "Prepárate" le murmuró "Los Ángeles de la Salvación te esperan."



El nuevo capítulo Ángeles de la Salvación estaba compuesto por veteranos que habían destacado en varias campañas dentro de sus propias compañías. La mayoría provenían de los Ángeles Oscuros y sus capítulos sucesores, aunque también había hermanos que habían conseguido sobrevivir a la extinción de su capítulo.
Finalmente, se había decidido que el nuevo capítulo se organizase a la usanza de los Ángeles Oscuros. Tras un tiempo de adaptación a la nueva armadura, Artorius fue asignado a la primera compañía, la de exterminadores.
Los inicios del capítulo fueron duros, pues al igual que Artorius muchos de sus hermanos se enfrentaban a nuevas situaciones. Durante un tiempo pareció que aquel capítulo iba a ser un fracaso, como otros muchos, pues sumaron una derrota tras otra. No obstante, pronto consiguieron responder como una sola alma, y las victorias comenzaron a llegar.
Artorius entabló rápidamente amistad con sus compañeros de unidad, veteranos como él de varias y duras batallas. Todos eran iguales, pero al mismo tiempo, distintos como sólo dos marines pueden serlo entre sí. Khoran era el más joven, y el más impulsivo. Era el mejor luchando en combate cuerpo a cuerpo, el primero en lanzarse a la lucha y el último en retirarse. Nathaniel, por el contrario, era el mayor, y su voz destilaba sabiduría y experiencia. Su arma favorita era el martillo trueno, y luchaba con paciencia y poder. Sealtiel era el más alegre de la unidad. Siempre tenía un chiste en sus labios y una sonrisa bailaba en su mirada. Luchaba con rapidez y alegría. Por último, Tesabel, era el estudioso de la unidad. Siempre tenía una cita del apropiada para cualquier situación, y era reflexivo y eficiente en combate.
Lo que ninguno de ellos sabía era que tenían más cosas en común que la pertenencia a los marines.
Pronto lo descubrirían.

Juanpelvis

Uhhh AO del caos, eso va a llamar la atención a más de uno
No está mal, pero hay algunas cosas un poco raras:
Con hace 450 años, te refieres a hace 450 de M41.9999999999999  no?
También, ¿no es un poco raro que fueran incapaces de sacarle cualquier información y que los Caballeros Grises, poderosos psíquicos, no se dieran cuenta de nada, al igual que Gedeon? Supongo que tendrás buenas razones  ::)

PD: ¿Slaanesh?

Crom

Cita de: Redentor
Uhhh AO del caos, eso va a llamar la atención a más de uno
Manipulados por la Legión Alfa.
Cita de: Redentor
No está mal, pero hay algunas cosas un poco raras:
Con hace 450 años, te refieres a hace 450 de M41.9999999999999  no?
No sé... ¿cual es la fecha actual del trasfondo? Pues a partir de ahí... 450 años antes. :P :P :P :P

Cita de: RedentorTambién, ¿no es un poco raro que fueran incapaces de sacarle cualquier información y que los Caballeros Grises, poderosos psíquicos, no se dieran cuenta de nada, al igual que Gedeon? Supongo que tendrás buenas razones  ::)
Evidentemente. Si los CG o Gedeon se diesen cuenta de algo, le meterían un tiro entre ceja y ceja... y adios historia ;D

Cita de: RedentorPD: ¿Slaanesh?
No.

Ashkran

Buena historia, me gusta XD
Yo apuesto por Tzeentch ;)

inpardos

Conociendo sus listas, yo diria khorne xDD. Pero de todos modos voto más por que no tiene afiliación, vamos, del caos absoluto.

Crom

Ya lo iréis descubriendo... aunque las pistas están ahí... Y son obvias ;D

Shargaz

Me gusta mucho tu historia Crom.
Estoy deseando leer la continuación.
Aunque sea obvio el desenlace para un ser de mi intelecto, claro...
:P
jajajaja

Crom

Pues ala... aquí viene la 2ª parte. Por cierto... el jueves me voy y estaré sin internet... No os pongáis nerviosos...


La criatura se apoyaba indolente en una columna medio derruida en la ciudad abandonada. Vestía la armadura de un marine, mas su tamaño era enorme, incluso para los cinco exterminadores que se encontraban frente a él. El color de la armadura variaba del azul al verde, según le incidiese la mortecina luz. En su hombrera derecha lucía una serpiente enroscada y en la izquierda, un número. El XX. Khoran fue el primero en percatarse de que se encontraban ante uno de los marines traidores, de la Legión Alfa. Sacó su arma y se abalanzó contra él. Sin embargo, no llegó a dar dos pasos. Con una velocidad increíble para su enorme tamaño, el marine traidor se apartó de la columna, golpeando con su mano vacía el pecho del Ángel. La armadura se astilló levemente. Khoran se quedó sin aire, y cayó de rodillas. Durante un momento, sus compañeros parecieron dudar. Había pocas criaturas capaces de detener a Khoran, y aquella era una de ellas. No obstante, su hermano debía ser salvado. Como un único ser, los cuatro se lanzaron contra su enemigo. Sealtiel lanzó un ataque a fondo con sus cuchillas mientras Nathael trataba de golpear lateralmente al traidor con su martillo. Mientras, el puño de Arthorius se lanzó hacia las articulaciones inferiores del enemigo, tratando de desequilibrarle. Por último, Tesabel buscaba la posibilidad de descargar su cañón de asalto. El enemigo se movía como un rayo. Lanzó una patada a Artorius haciéndole trastabillar, mientras atrapaba el martillo de Nathael con su mano izquierda y lo lanzaba sobre Sealtiel, que recibió el impacto directo sobre la cara, quedando aturdido. Por último, atravesó de un salto la distancia que le separaba de Tesabel, y le golpeó en el rostro, lanzándole al suelo. Apenas habían transcurrido unos segundos, y los cinco exterminadores habían sido rechazados.

. El marine traidor se detuvo, a pocos pasos de Khoran y se quitó el casco.

- No es el momento de pelear – la voz del marine era profunda –. Es el momento de escuchar. Mi nombre es Alpharius.

- Eso no es posible – respondió Tesabel – pues Alpharius fue eliminado por Guilliman hace cientos de años.

- ¿Tú crees, Tesabel? – el marine se sorprendió de que conociese su nombre – ¿Acaso te parezco muerto? Pues en verdad te digo que yo soy Alpharius, y Alpharius soy yo. Aplaca tus dudas, y escucha, pues tu vida depende de que creas.



El marine que se hacía llamar Alpharius les habló largo y tendido. Primero les habló de la Herejía, aquel tiempo, diez mil años atrás, en el que nueve legiones habían decidido sublevarse al poder del Imperio y del Emperador. Una a una fue desgranando las aparentes razones por las que cada uno de los primarcas, descendientes directos de la semilla genética del Emperador, habían dado la espalda a su amado padre, traicionándolo hasta casi acabar con él. Luego les desveló las mentiras que el propio Emperador había manejado, manipulando una tras otra al resto de legiones, para asegurarse que no se volviese a repetir dicha herejía. Y por último, les habló del Equilibrio.

- La derrota del Caos, es la destrucción del Equilibrio. Y es el equilibrio lo que nos mantiene cuerdos y con vida. Debemos impedir que el Emperador triunfe para mantener dicho equilibrio.



Pronto perdieron la noción del tiempo. Durante horas y horas, Alpharius habló, y ellos escucharon. Finalmente, llevó a Artorius a un aparte y le dijo:

- Veo en ti el poder del Caos, Artorius. Estás llamado a hacer grandes cosas. Puede que ahora no me creas, o no sepas que pensar, pero en el fondo, sabes que lo que digo es la verdad. La única verdad, no la que los acólitos del Emperador os cuentan. El momento de dar un paso al frente y dirigir a quienes están contigo ha llegado. Ellos te seguirán, si sabes cómo. Debes ser el primus inter pares. Y yo te ayudaré a hacerlo.


Gonfrask


Crom

Tercer y último fragmento antes de las vacaciones. La conspiración se va desvelando.




Artorius estuvo dudando sobre las palabras de Alpharius durante muchos días. En el fondo, sentía que las palabras de aquel traidor no eran sino ciertas, pero luchaban contra el condicionamiento y las doctrinas que le habían inculcado durante tanto tiempo. Ninguno de sus compañeros mencionaron las palabras de Alpharius, pero Artorius sabía que sus dudas eran las mismas.

Finalmente, tras una larga noche de pesadillas, Artorius se reunió con sus compañeros. Había tomado una decisión, pero como miembro de una unidad, tenía que consensuar sus decisiones, pues todos estaban involucrados en aquella locura.

Antes de empezar a hablar, Artorius miró largamente los rostros de sus compañeros. Sus miradas le trasmitieron que todos habían tomado la misma decisión, y que había sido tan duro como para él.

- Hermanos – comenzó a hablar -. En el fondo, todos sabíamos que lo que Alpharius nos contó era la verdad. Durante largo tiempo, hemos estado sometidos a los designios de un ser que ni siquiera hemos visto. Hemos estado sirviendo a un concepto obsoleto, a unos designios que no se adaptan a nuestras virtudes. Hemos estado desaprovechando el poder que tenemos, en busca de unos ideales que ni siquiera nos importan. Y yo os digo, '¡Basta ya!' Ha llegado el momento de liberarnos del yugo, de hacer lo que verdaderamente queremos, de liberar nuestro poder. Pero aún no podemos marcharnos. No, sin liberar a todos nuestros hermanos, sin enseñarles el camino que Alpharius nos ha mostrado.

- Cuenta conmigo – Artorius había pensado que el primero en mostrar su apoyo sería Khoran, así que se sorprendió cuando Nathael se levantó y se puso a su lado - ¿Qué decís vosotros?

- Que deberemos manejarnos con cuidado, y confiar en unos pocos. Al menos, al principio. – Tesabel comenzó a caminar en círculos, como cuando estaba pensando. – Todos tenemos gente de nuestra confianza, antiguos compañeros de unidad; deberíamos empezar con ellos. Cuando el primer paso esté dado, serán ellos quienes propaguen la verdad a su gente de confianza. Y así sucesivamente. Evidentemente, este es un camino largo, pero nadie ha dicho que esto vaya a ser fácil.

- Khoran, Sealtiel... - Artorius se volvió hacia sus compañeros, que habían permanecido en silencio - ¿Qué opináis? – En cierto modo, Artorius estaba preocupado. Si alguno de sus compañeros se ponía en contra... todo podía salir mal.

- Artorius – dijo Khoran levantándose – Si tienes que preguntármelo, es que aún no me conoces.

- Sí. Somos compañeros, y estamos juntos en esto – dijo Sealtiel –. Está claro que nos han escogido para llevar a cabo esta misión, y lo han hecho porque somos los mejores. Así que, cuenta conmigo.

- Está bien. Pues seamos prudentes, hasta que la victoria esté al alcance de la mano.



Poco después, Artorius se encontraba sólo en su celda, descansando. De pronto, una voz sonó en su cabeza.

Has hablado bien, Artorius – El marine se levantó bruscamente, empuñando su pistola bolter. Sin embargo, no había nadie. – No trates de buscarme, Artorius, pues no me encontrarás. ¿Te acuerdas de mí?

- El demonio... - Artorius no preguntaba, afirmaba. – ¿Tú estás detrás de todo esto?

En parte. Hay fuerzas poderosas involucradas en todo esto, Artorius, además de ti y de mi... y de tus compañeros. Pero tú no serás un peón más, pues cuentas con mi ayuda.

- ¿Y tú qué obtienes de todo esto? – Una carcajada resonó en su cabeza.

Lo más importante, Artorius. Poder. Ahora... abre la puerta.

En ese momento, un suave golpe sonó en la puerta de su celda. Abrió levemente, sin soltar la pistola bolter. Frente a él, había una figura, vestida con una túnica de color gris y una capucha que le cubría la cabeza.

- Salve, Artorius – la figura se descubrió -. ¿Va todo bien?

- Gedeon... ¿Tú también estás...?

- Por supuesto, Artorius. Yo te traje aquí, ¿recuerdas? – Artorius tragó saliva – Ven. Camina conmigo. Quiero hablarte de los cuatro poderes primigenios...

Gonfrask

Pues me parecen que hay alguien que se deja comer la oreja muy  facilmente XD

Crom


Gonfrask


Crom

Claro. ¿Por qué iba a ser la buena la otra?

baltasor

Mola mucho! Por cierto 4 guerreros con nombres y comportamientos parecideos a los 4 dioses del caos? Estos tios estaban ya destinados a ser malos malotes! XDD

Felicidades por el escrito, me lo he leeido enterito y me ha gustado, si me explicas que les cuenta el tipo de la Legion Alfa puede que hasta me convenzas a mi para pasar al lado oscuro XDD